Enfrentando el invierno…

Este invierno me parece realmente interminable… Lluvia, frío, nieve, viento… se unen los elementos para congelar a la gente pero con una chaqueta de plumón uno puede resistir…

El miércoles por la mañana pude estudiar un fenómeno que se extiende con la crisis. Poco después de las 7, varias decenas de mujeres vienen instalarse al lado del mercado de Barbes y proponen conservas y productos alimenticios de origen desconocido cuyos precios parecen muy baratos. Ese día pude observar esta venta callejera: si la gente en camino al trabajo no se para, son muchos los clientes que examinan tranquilamente las ofertas antes de comprar algo y entre ellos, muchos jubilados…

Al día siguiente, pasé por la tienda de un auténtico zapatero recomendado por un amigo. Dos años atrás compré unas botas super confortables pero sus suelas de goma ya llegaron a sus límites. Total presenté las botas al artesano y tras un rápido vistazo, me propuso una solución cuyo precio no llega a la mitad de unas botas nuevas. Así que (aunque modestamente) contribuiré al movimiento de decrecimiento. Desgraciadamente, no son muchos los zapateros de este tipo.

Hoy pasé un buen rato en el mercado que se instala el domingo por la mañana en el bulevar Richard Lenoir, al lado de Bastille. Por la variedad de los productos, se ve que es un barrio en donde se vive bien y a pesar del frío y de la nieve, había mucha gente.

Luego quise ver el desfile organizado para celebrar el nuevo año chino y seguí las calles adornadas de farolillos rojos rumbo a la plaza del ayuntamiento. El acontecimiento había atraído a un montón de gente y resultaba difícil caminar así que preferí alejarme del recorrido. Si pude admirar las máscaras de algunos participantes, no pude ver la serpiente y cuando anunciaron casi una hora de atraso, seguí caminando rumbo al Sena.

La crecida de las aguas alcanza casi 4 metros y ya cerraron las vías de circulación rápida de las orillas del Sena.
Pero si la nieve es un buen presagio para el nuevo año chino, acaba rapidamente con las ansias andariegas. Pronto me metí en el metro para volver a casa 🙂

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