Ayer a las 21 es cuando empezó el cuarto de final entre Francia y Nueva Zelanda.
Despues del tropiezo frente a los Pumas, Francia no tenía otra opción que derrotar a Nueva Zelanda, o sea sólo una proeza estadisticamente improbable…
No suelo unirme a los entusiasmos de temporada así que me preparaba a pasar una noche tranquila en casa. Sin embargo, antes de hundirme en la novela del día, controlé la marca en internet y constaté que la proeza seguía improbable.
Media hora despues, un tremendo clamor procediendo de la calle interrumpió mi sesión de lectura. Me asomé a la ventana y como no había ni un gato pelado fuera, supuse que algo pasaba en Cardiff e internet confirmó mi intuición: Francia había empatado.
Faltaba todavía casi media hora de juego así que volví a mi libro. Pero fui disturbada otra vez veinte minutos más tarde.
Otra vez gritos, agitación y al final bocinazos y el canto libertador : «On a gagné!»
No tengo televisión así que me conecté otra vez en internet para enterarme de los detalles. Se confirmó otra vez la pertinencia de la elección de la mascota de Francia:
El Gallo es el único animal capaz de seguir cantando cuando tiene los dos pies en la mierda…
¡A ver si se averigua frente a la Pérfida Albión!