10000 toneladas de basura

Por el momento, los basureros pueden jubilarse cuando cumplen 57 años. Si se aprueban las nuevas reglas de la reforma de las pensiones, tendrán que seguir trabajando hasta los 59 años. Con razón, se pusieron en huelga, dejando 10000 toneladas de basura yaciendo en las aceras. El prefecto de policía requisó a varios basureros y empresas de servicio para compensar, pero de momento no consiguieron colectar todos los amontonamientos.

En mi barrio rebelde, la colecta fue confiada a una empresa privada y funciona casi normalmente. En las zonas más céntricas los parisinos parecen resignados, pero dudo que aprovechen los primeros rayos de sol de la primavera para sentarse en alguna terraza, a menos de dos metros de los bolsos de basura…

Después de las grandes manifestaciones de las últimas semanas, ahora vivimos movimientos de protesta más violentos incluyendo amenazas directas hacia los elegidos. No sé cómo se acabara…

Mientras tanto, quise experimentar una manera alternativa de visitar una zona que no conozco bien. En algunos barrios mal comunicados por el metro, la sociedad de transportes parisinos propone un servicio particular bautizado “traverse”. Se trata de un circuito relativamente local, con un micro autobús que puede llevar poco más de una decena de personas. El tamaño del vehículo permite pasar por las mismas calles que los coches y descubrir por el precio de un tique las partes más interesantes.

De momento, París cuenta con tres servicios de este tipo: uno recorre la parte Sur del distrito XX, otro comunica las partes Norte de los distritos XVII y XVIII y el último circula entre las partes Sur de los distritos XIII y XIV.

Yo probé la “traverse” de los distritos XIII y XIV y pude constatar que todavía tengo muchas zonas por explorar en el distrito XIII.

Lo bueno de la experiencia fue que me dejó justo al lado del antiguo convento de las franciscanas y pude pararme un rato para descubrir el acontecimiento organizado este día en la iglesia.

Se trataba de una venta al kilo de prendas de segunda mano, había cola para entrar y tenías que pagar 3€60… Si no compré nada, por lo menos pude ver de nuevo la iglesia que había descubierto años atrás.

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El gran caos

Este martes, los sindicatos convocaron otra vez una manifestación para protestar contra el proyecto de reforma del sistema de jubilación francés. La necesidad y la urgencia de esta reforma parecen cada día menos evidentes y algunos errores inverosímiles acerca de algunas cifras anunciadas desacreditaron a varios ministres. Total, más de tres millones de personas participaron a las diferentes manifestaciones organizadas este día.

Los manifestantes parisinos se juntaron entre el bulevar Saint Germain y el bulevar Raspail. Encontré mis colegas al lado del ministerio de medio ambiente, justo al lado de un camión-escena, con músicos alegrando la espera.

Tardamos más de dos horas sin poder arrancar y eso me dio la oportunidad de dar una vuelta en este barrio de los ministerios que no frecuento muy a menudo. En la pequeña calle Saint-Simón descubrí un edificio de talleres de artistas y un cartel me enseñó que allí es donde Robert y Sonia Delaunay trabajaron durante muchos años.

Finalmente salimos sobre las cuatro de la tarde y seguimos un itinerario alternativo. Caminamos por el bulevar Saint Germain hasta el Instituto del Mundo Árabe, continuamos por la orilla del Sena rumbo a la estación de Austerlitz antes de girar por el bulevar del hospital rumbo a la plaza de Italia.

Confieso que abandoné el cortejo antes de llegar al hospital para empezar el largo camino de vuelta a casa a través de una ciudad sin transportes y con muchos peatones.

El movimiento de huelga de los transportes continuó el miércoles y la caminata del día me dio la oportunidad de pasar por grandes bulevares casi desiertos. Desgraciadamente, la lluvia se transformó en chubasco y me refugié en el primer autobús hacia el Norte de la ciudad.

El jueves y el viernes, los transportes volvieron a funcionar, pero en muchos barrios los basureros siguen en huelga y los bolsos de basura se amontonan en las aceras…

Ayer, no había mucha gente en la manifestación del día.

Se sabe desde varios días que el Senado galo es favorable a la reforma y que no le importa la amplitud de la protesta. Y ayer por la noche, aprobaron el proyecto.

Hoy, algunos electricistas cortaron la luz de las casas de algunos parlamentarios y ministros. Nadie sabe lo que puede producir la colera de la gente de a pie…

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Paseando por los barrios de categoría

Si yo no formo parte de las víctimas de la moda, me llegaron algunas informaciones acerca de la semana de la moda en París. Así que encontré un momento para caminar hasta la Samaritaine y admirar la asombrosa estatua que instalaron en la plaza que se halla entre la calle de la moneda y la del puente nuevo.

Esta zona fue relativamente transformada por la reapertura de la Samaritaine. El almacén de muebles ordinarios desapareció, Louis Vuitton compró el edificio y lo transformó para instalar un lugar de exposición, un café y una tienda de regalos.

Cuando llegué allí, poco después de medio día, ya se veían muchas personas sacando fotos de la gran dama con su vestido de lunares multicolores, representando a la artista japonesa Yayoi Kusuma.

Luego me acerque de un escaparate que mucha gente contemplaba y descubrí una extraña criatura femenina, que movía la cabeza, miraba a un transeúnte, parpadeaba, miraba a otro… Confieso que esta criatura me despistó y tuve que escudriñarla un momento para entender que se trataba de un robot bastante sofisticado.

Después de este episodio relativamente desestabilizador, crucé el Sena y seguí por la calle Dauphine, rumbo al Senado antes de entrar en el jardín del Luxemburgo por la plaza Edmond Rostand.

Al atravesar este suntuoso parque urbano frecuentado esencialmente por gente de clases favorecidas, pronto se olvidan las ganas de marcharse de París.

Luego seguí par unas calles tranquilas del distrito VI que me llevaron a la “Grande épicerie”, tienda de comestibles de categoría. Desde la calle se veía una muestra de cafés y tisanas, así que entré y por fin encontré la infusión de jengibre y limón que quería probar.

Luego constaté que no cambiaron la entrada de la estación Vaneau y que el egipcio sigue a su lado.

Entré un rato en la iglesia Saint Vincent de Paul. Me pareció muy bonita con sus pinturas restauradas, pero también recordaba la presencia de un relicario del santo y lo encontré en el coro de la iglesia.

Seguí caminando rumbo a Saint Michel, en donde encontré un autobús que me llevó directamente a casa.

La buena noticia del día es que la nueva infusión es muy sabrosa.

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Grandes proyectos en el distrito XIV

Años atrás, unos conocidos organizaron un recorrido por el distrito XIV y así fue como pude descubrir la iglesia y los jardines de un convento de monjas franciscanas, escondido detrás de las fachadas de unos altos edificios de la avenida Reille contemplando el parque Montsouris.

El otro día pasé de nuevo por esta zona y constaté que las monjas habían vendido los 9983 metros cuadrados de su parcela y que habían desacralizado la iglesia. Una asociación fue encargada de ocupar el lugar temporalmente y de crear animaciones. Otras están peleando para preservar esta preciosa parcela de los proyectos exagerados de algunos promotores que quieren construir 119 viviendas nuevas.

Por un lado, preservar las zonas ajardinadas de la parcela que se halla a unos cien metros de un parque de más de 15 hectáreas no parece totalmente imprescindible. Pero la densificación de todas las parcelas se vuelve cada día más agobiante y se entiende el combate de las asociaciones.

De momento, el proyecto queda suspendido mientras el municipio prepara el plan local de urbanismo de 2024.

Siguiendo mi recorrido por el distrito XIV, pasé por la avenida Denfert-Rochereau y constaté que ya demolieron varios edificios del antiguo hospital Saint-Vincent-de-Paul. Ahora ya se ve la fachada trasera de la Fundación Cartier y la silueta negra de la torre Montparnasse.

Por suerte, conservaron el oratorio y los dos patios que daban a la avenida. Cuando pasé por allí, en enero de 2020, estos patios y los edificios rodeándolos estaban ocupados por un colectivo bautizado “les grands voisins” y tenían mucha más vida.

Dentro de poco empezarán a construir 600 viviendas, un gimnasio, una guardería, un edificio cultural y varios comercios… lo que ahora se llama un eco-barrio…

De momento, en el eco-barrio ya construido en la puerta de la Chapelle, quedan muchos pisos libres y no llegaron los comercios anunciados…

Yo seguiré en mi barrio mestizo.

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Recorriendo la colina

Esta semana no participé a la quinta manifestación de protesta contra el proyecto de reforma de las pensiones de jubilación porque tenía una cita con unos turistas para recorrer la colina de Montmartre. Llevaba mucho tiempo sin pasar por esta ruta y con gusto visité de nuevo estos lugares que tanto aprecio.

Para empezar, cuando llegamos a la plaza de las Abadesas, había una cantidad impresionante de turistas, haciendo cola para entrar en el pequeño jardín en donde se halla la pared de los “Te quiero”. Mis acompañantes no conocían este detalle y sacaron la imprescindible foto de pareja.

Luego entramos en la iglesia Saint Jean de Montmartre y descubrimos que estaban haciendo una restauración interior. Total, no encontré la bonita puerta de los pecados capitales que estaba en la iglesia. Supusimos que estaba guardada a salvo de las obras.

A continuación, seguimos por el recorrido de siempre, entre recuerdos de la película Amélie Poulain, Molinos, talleres de artistas, plaza de los pintores y oposición entre rojos y conservadores.

Lo bueno de la temporada es que las terrazas de restaurante todavía no invadieron la plaza de los pintores, así que pudimos ver muchos artistas presentando sus obras.

En cambio, me molestó mucho constatar que curas y monjas reservan una parte cada día más importante de las iglesias a sus tres parroquianos, restringiendo el espacio disponible para los visitantes. Yo no suelo respetar estos límites, pero me parece realmente abusivo.

Mientras mis acompañantes daban la vuelta ritual dentro del Sagrado Corazón, yo me quedé contemplando la gran ciudad…

Y cuando se acabó la visita, se pararon en una terraza que les gustaba mientras seguía rumbo abajo para visitar algunas tiendas.

La ausencia de la puerta de los pecados capitales me preocupaba, así que al día siguiente pasé de nuevo por la iglesia Saint Jean e pregunté a la doña que instalaba folletos si la puerta todavía estaba en la iglesia. Entonces me enseño la capilla suroeste y nada más entrar constaté que no había desaparecido. ¡Qué alivio!

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