Algunos jardines del distrito XV

Cuanto más exploro el distrito XV, cuanto más me asombra la cantidad de jardines de todas clases que uno puede encontrar en esta zona de París.

Por cierto, en este distrito hubo varios programas de transformación urbana de superficie bastante importante para abarcar zonas ajardinadas. Eso ocurrió por ejemplo con el parque Georges Brassens o con el parque André Citroën.

En otras partes de este distrito encontré jardines de tamaño más modesto y a veces difíciles de encontrar al pie de altos edificios de viviendas sociales. También vi jardines más tradicionales con kiosco de música incluido.

 

En la calle d’Alleray fue donde descubrí el tranquilo jardín ubicado al lado de una residencia para personas de edad avanzada. Apunté la dirección para los días de canícula…

Mis últimos recorridos por el distrito XV pasaron por el jardín del “Grand Pavois”, zona ajardinada de unos 2000 metros cuadrados, ubicada en el centro de la manzana ocupada por un programa de construcción de unas 600 viviendas. A pesar de proponer zonas de juegos para los niños, este sitio no me pareció muy acogedor y no sé si atrae a mucha gente.

Mas adelante, descubrí por casualidad el jardín Marie-Poussepin. Cuenta con 2500 metros cuadrados y atraviesa una residencia social, pero su concepción casi permite olvidar que estas en París.

En cambio, el jardín de la calle Duranton, instalado en una losa, no tiene mucho encanto.

Pero el jardín que más me gustó es el jardín Jean Charioux. Ubicado al lado del ayuntamiento del distrito XV, cuenta con una zona de zona para los niños, un kiosco de música, dos estatuas románticas y varias zonas de césped en donde uno puede sentarse o tumbarse un momento. Cuando pasé por allí, todos los niños del vecindario estaban jugando después de salir de la escuela, antes de volver a casa. El jardín tenía un toque de jardín de pueblo muy apreciable.

Continuará…

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La casa de un artesano

El paseo de la semana me llevó a una zona del distrito XV en donde varios proyectos de transformación urbana necesitan obras impresionantes. Por un lado, se trata de eliminar el amianto de varios inmuebles administrativos del ministerio de agricultura, pesca y alimentación. Y por otro se trata de transformar el uso de algunos edificios para adaptarlos a las nuevas maneras de trabajar y de vivir en la ciudad.

En medio de este caos algunas cosas parecen preservadas, como las dos callecitas privadas que uno puede admirar desde la calle de Alleray.

Y también conservaron la callecita sin salida que llaman “Square Vergennes”.

Yo descubrí este sitio años atrás, al participar a uno de estos juegos de pistas organizados por algunos parisinos enamorados de su ciudad.

Este rincón parisino se halla en el número 279 de la calle de Vaugirard y entre otras cosas, alberga una casa construida en 1932 por el arquitecto Mallet-Stevens, para el cristalero Louis Barillet, con quien colaboraba con frecuencia porque fabricaba vitrales con motivos Arte Deco.

Se trata, como en la calle Charles Weiss, de una construcción con talleres en las plantas inferiores y una vivienda en la parte superior. Pero aquí también hay una parte redondeada para albergar las oficinas.

Esta casa fue maltratada por uno de sus propietarios que rompió el estilo de la fachada. Pero en 1991 fue cuando fue declarada monumento histórico y su rehabilitación le devolvió su fachada inicial.

Cuando pasé por allí, no se veía mucha actividad, y pude admirar tranquilamente este edificio y su línea vertical de vitrales.

También pude recorrer este tranquilo callejón sin salida en donde casi no se oye el ruido de la gran ciudad…

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Volviendo a la villa Santos-Dumont

Mis deambulaciones por el distrito XV me llevaron a la calle Santos-Dumont, muy cerca del parque Georges Brassens. Si ya visité esta zona veinte años atrás, no recordaba bien su ubicación y su “aparición” fue una buena sorpresa.

Las casas de tejados puntiagudos siguen existiendo y si cambiaron el color de algunos postigos, todas me parecieron muy bien mantenidas. Curiosamente, en esta ciudad en donde cuelgan placas en cualquier sitio para señalar que alguna celebridad vivió en este sitio, no pusieron cartel para señalar la casa en donde vivió Georges Brassens.

Busqué la entrada de la villa que lleva el mismo nombre que la calle y lo que encontré fue una buena sorpresa.

Años atrás, este callejón sin salida era una zona de aparcamiento, pero ahora los coches desaparecieron e instalaron vegetales de todas clases en los espacios liberados.

 

Este callejón se convirtió en un refugio muy tranquilo que permite olvidar la agitación de la gran ciudad. Ahora el último edificio de la ciudad alberga un hospital de día. Y entre todas las casas que miré, me gustó mucho la tranquilidad de esta fachada.

Pasé un ratito soñando, pero pronto volví a la realidad y seguí rumbo al Norte para recorrer zonas de altos edificios y alegorías de jardines…

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Cerca de la calle de Castagnary

Seguí explorando la parte del distrito XV que se halla al lado de las vías de ferrocarriles de la estación Montparnasse.

El primer elemento que me llamó la atención fue el contraste entre el pequeño edificio de ladrillos rojos y su vecino de ocho plantas.

En la casa roja, la gente que no tenía cuarto de baño en casa podía ducharse en una de las 56 cabinas (28 para las mujeres y 28 para los hombres en dos plantas separadas). Por eso lleva el cartel “BAINS-DOUCHES” en la fachada. Este sitio dejó de funcionar en 2011 y fue ocupado por un colectivo de artistas hasta 2017.

Luego demolieron la parte albergando las duchas para construir el alto edificio cuya estructura es de madera. El inmueble cuenta con 17 departamentos de alquileres compartidos para estudiantes y la pequeña casa propone espacios de trabajo compartidos. Pero su bonita puerta sigue adornando una de las esquinas de este cruce.

Mas adelante, entré en un pequeño callejón sin salida que se llama “Villa des Charmilles” y aprecié la tranquilidad de esta pequeña vía a salvo del tráfico automóvil.

Luego pasé por la calle Charles Weiss en donde me paré un rato para admirar la bonita casa construida por el arquitecto Marcel Zielinski en 1928.

¡Quien pudiera vivir en una casa como ésta!

Pero al salir de esta pequeña calle por su extremo Oeste, la realidad parisina es un conjunto de edificios macizos de nueve plantas con jardín privado en el centro de la manzana. Preferí seguir rumbo al Norte en busca de los pequeños jardines escondidos al pie de las viviendas sociales…

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Momentos

Ya que se acerca la hora de acoger a no sé cuántos visitantes en la capital de los juegos olímpicos y paralímpicos, me parece oportuno contar algunos de estos momentos especiales de la vida parisina.

Empezaré por una buena sorpresa. Ese día en mi autobús de siempre, el maquinista estaba escuchando música y el tema de este grupo me recordaba algo, pero no conseguía adivinar. Así que me acerqué al maquinista para preguntarle el nombre de este grupo y resulta que se trataba de un disco de los hermanos Brecker que tengo en casa y que sonaba el tema que prefiero. No podía tener mejores condiciones para viajar hacia mi oficina.

Seguiré con un concepto importante: el precio de la distracción. Hay distracciones de todos tipos y de consecuencias variadas. Entre las pequeñas distracciones, mencionaré el olvido de llevarse una botella de agua. Al pie de tu residencia, encontrarás una botella de un litro de agua por menos de cincuenta céntimos. Pero en la estación de tren o en cualquier sitio turístico, necesitarás varios euros.

Otro momento interesante ocurre cuando surge algún problema en la red de transportes públicos. El otro día, mi autobús de siempre, eléctrico, no tenía bastante batería para acabar su circuito. Entonces abandonó a sus viajeros en cualquier lugar ubicado entre su circuito normal y su itinerario para volver al garaje de los autobuses…

Y espero que todas las obras pendientes se acaben antes de los Juegos. De momento, la jefatura dice que los habitantes de Paris tienen que registrarse y conseguir un QR código para atravesar algunas zonas cerradas por causa de Juegos Olímpicos. Pero resulta difícil medir el impacto de estas medidas sobre el cotidiano laboral y peatonal. Y si fastidia demasiado, muchos trabajadores pedirán vacaciones durante los juegos.

De momento, toca seguir disfrutando la ciudad y aprovechar los días soleados para pasar un rato agradable en un de los 730 jardines públicos de la capital. El de la foto se halla en el distrito XV y se llama Square Necker y proporciona bancos con sol o sombra.

Pero todavía queda tiempo antes de los Juegos y seguiré explorando la gran ciudad.

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