Esta semana quise probar la dolce vita a la parisina e hice un picnic al lado del canal Saint-Martin.
Tras preparar las provisiones, el primer problema fue encontrar un sitio en donde instalarme. A las 19h30 la orilla izquierda , todavía soleada, ya estaba a tope de gente. La orilla derecha parecía más tranquila pero finalmente me paré en el centro de una pasarela por donde no pasa mucha gente ya que está justo al lado de un puente y que, puesto a cruzar el canal, mejor hacerlo sin escaleras.
Al rato tenía un grupo a mano izquierda, otro a mano derecha, y resultaba casi imposible marcharse sin pisar el espacio de los vecinos. Por suerte el cómplice del día no tenía prisa y pasamos un ratito comparando las elecciones alimenticias de cada grupito.
Yo privilegié la sencillez: jamón, queso, pan, tomates, nectarinas, clementinas, manzanas y whisky. (admito que lo del whisky puede despistar pero si preciso que se trataba de Caol Ila, supongo que resultará más comprensible)
Las de mano izquierda, solo chicas, llevaban un surtido asombroso con patatas fritas, gofres de chocolate, coca light y vodka. Eso no daba para mucho y poco despues de las 22, se marcharon.
A mano derecha parecía más normalito con problemas tan complicados como lavar los tomates con agua mineral y debates relativamente variados.
La verdad es que pasamos un momento muy agradable y si no fuera por el programa del día siguiente, con gusto hubieramos acabado la botella.
El sábado fue otro cantar ya que tocaba conmemorar la Comuna de París al pie de la pared de los federados, en el cementerio del Père Lachaise.
Ya asistí a esta celebración un par de veces pero este año destacaba la presencia de una importante delegación española y de algunos ancianos de las brigadas internacionales. Si no cantaron todas las coplas de la Internacional, se escucharon trocitos de «¡Ay, Carmela!» o de «Bella ciao» antes de recorrer una parte del cementerio para pasar por las tumbas de varios camaradas.
Lo más conmovedor fue la emoción de estos ancianos desde sus sillas de ruedas a la hora de recogerse delante de algunas tumbas.
Quedaba claro que para ellos, el recuerdo siempre está presente.
Yo me marché de puntillas pero con la idea que mientras queda gente así podemos esperar que mejoren las cosas.
el salón de té se halla en el discreto pasaje Dauphine 🙂
Vivement, les coordonnés du salon de thé!
(merci d’avance)