El pasado jueves se celebraba la fiesta de la Ascensión, día festivo en Francia, y son muchos los parisinos que aprovecharon el posible puente para marcharse de fin de semana.
Yo me quedé en la ciudad de las luces y constaté que a pesar de la crisis, la religión del consumismo progresa cada día más. En el centro de París, la tienda de bricolage al lado del centro Pompidou y el BHV (el gran almacen al lado del ayuntamiento) estaban abiertos. Y con este agradable tiempo primaveral había mucha gente tan en las calles como en las tiendas. Pero no sé si se hicieron muchas ventas…
Aproveché ese día para amortizar mi abono de Velib.
21 minutos desde Montmartre hasta San Eustaquio, 27 minutos desde el Marais rumbo a Montmartre (pero es que sube…) y una pesadilla por la noche : 22 minutos para el trayecto y 15 minutos buscando una estación con sitios libres para devolver la bici…
La bueno es que controlo cada día mejor los truquillos de este sistema :-))
El viernes necesitaba descansar pero constaté con alegría que con el velib el cine sólo quedaba a 12 minutos de mi casa.
Y el sábado, con el mismo velib tardé 14 minutos para encontrar el vide grenier organizado en un barrio popular que nunca visito porque resulta una pesadilla llegar allí con los transportes.
Total, al final de este largo fin de semana, tengo que revisar mi percepción de esta ciudad y de las distancias :-))))
Hoy volvi a mis desplazamientos normales y visité caminando otro vide grenier reuniendo habitantes al lado del ayuntamiento del distrito 10.
Tras visitar una cantidad significativa de mercadillos de este tipo llego a la conclusión que ya no entiendo el precio de las cosas. O por lo menos, no entiendo como los vendedores escogen los precios de sus trastos.
Queda claro que los que quieren vender sus cosas dejan cualquier objeto por un euro. Pero son muchos los precios que desconciertan.
Esta mañana por ejemplo, uno de los vendedores me propuso una bufanda de piel de zorro por 15 euros, mientras otra persona vendía un cuello de piel de zorro más normalito por 20 euros. E hice constataciones parecidas con varios objetos que miré.
Al final, como el precio de las cosas no tiene sentido, acabas enunciando ofertas cuando algo te interesa.
Lo malo es que algunos vendedores se enojan porque consideran que intentas estafarlos cuando sólo se trata de encontrar un compromiso presentable.
Lo bueno es que así no gastas mucho dinero :-))))
Confieso que hoy compré la bufanda para regalarsela a mis gatas pero si fue un auténtico fracaso, de momento no pienso venderla en otro vide grenier…