El pasado martes se celebraba la fiesta de la música. Este año mi recorrido empezó en la plaza de la Bastille en donde anunciaban una invasión del Quebec. Me regalaron una bandera pero había demasiado ruido y demasiada gente para que me quede en este sitio.
Más arriba me encantó esta doña de 70 años, con su permanente impecable, que se paró para escuchar el grupo de rock instalado al pie de su casa.
Luego quise experimentar la fiesta con velib y fue todo un acierto.
En el bulevar Richard Lenoir vi un grupo de jazz con una decena de músicos y me gustó la imagen de la parejita escuchando el concierto.
Luego seguí caminando a lo largo del canal San Martin en donde había una sucesión impresionante de grupos.
Otro traslado en velib me llevó al 104 en donde encontré un ambiente muy apagado. Pero cuando llegué a casa, sobre las 23, todavía había gente bailando en la calle…
Comparé mi paseo con el recorrido que hicieron otros amigos y constatamos que por todas partes se notaba cierta profesionalización. Ya no se ven a estos principiantes que salían a la calle con su instrumento en esa ocasión. Y en muchos sitios son los dueños de los cafés los que organizan las cosas…
Al día siguiente empezaban las rebajas del verano pero ni hice locuras ni constaté una frenesí especial en las tiendas.
El viernes quise controlar que un viejo arbol parisino seguía vivo y así es como hice una parada en el salón de té de Berthillon para probar algunos helados… muy recomendables :-)))
El sábado tocaba la gay pride parisina. Si no vi toda la manifestación, constaté una politización evidente en el eslogan: «Para la igualdad, en 2011 camino, en 2012 voto«.
Por la noche visité la fiesta de la Goutte d’Or en donde pude escuchar a la comoriana Nawal y constatar que había muy buen rollo.
Hoy visité el último vide-grenier de la temporada (por lo menos eso creo). Instalado al pie de la colina de Montmartre, justo al lado del paraíso de las modistas, reunía exclusivamente gente del barrio y me encantó el ambiente.
Pero la llegada brutal de una temperatura superior a 30 grados me quitó las ganas de seguir paseando.
Y mañana vuelvo a trabajar… ¡Que pena!
¡Que maravilla! Paseos por París y Jazz… ¡que envidia!
Tenemos ya un verdadero «monazo» de París. A ver si para septiembre u octubre nos podemos escapar unos días. Te avisaremos.
Un abrazo, guapa.
Ana y Manolo
Hermosos recorridos imaginarios para alguien del fin del mundo! Saludos!