No quise perder el entrenamiento del pasado fin de semana y aproveché varios pretextos para volver a pasear.
Todo empezó con la necesidad de encontrar unos detalles para celebrar el cumple de unos amigos. Caminando al azar, a pesar de la lluvia, encontré una librería muy interesante en una calle popular del distrito 11 y pude resolver el problema. De paso vi varias callecitas tranquilas y noté que tendré que visitarlas más detenidamente algún día.
Al día siguiente quise encontrar un sello y recorrí una gran parte del bulevar Voltaire entrando en varias tiendas para pedir presupuesto. Me anunciaron los precios que me asombraron y acabé buscando otra solución.
Lo más divertido fue el comentario del comerciante más caro. Cuando le dije que su precio me parecía excesivo, este estimable señor quiso culparme pretendiendo que tenía que elegir entre un honrado artesano y una multinacional china. Al final contacté una empresa del Macizo Central y me costó cuatro veces menos caro…
El sábado, cuando llegó la hora de llevar dos visitantes argentinos a pasear, había llegado a un buen nivel de preparación física 🙂
Para empezar dedicamos más de tres horas a visitar el mercado de las pulgas y sus diferentes mercadillos.
Llevaba tiempo sin pasar por allí y constaté varios cambios.
En las alamedas del mercado Vernaison, los adoquines desaparecieron debajo del asfalto. En el mercado Paul Bert, algunas tiendas de anticuarios, contiguas, fueron transformadas en restaurante. La creación del pasaje directo entre este mercado y el mercado Jules Valles aumenta la frecuentación de Jules Valles. Pero lo que me alegró de verdad fue constatar que la primera planta del mercado Dauphine ya tiene tiendas y vida.
Tras esta exploración fue preciso pararnos en algún café para retomar fuerzas antes de recorrer la colina de Montmartre, con lluvia incluida…
Fueron tres horas más con la imprescindible parada en la pastelería de Arnaud Larher 🙂
Confieso que volvi a casa con algunas agujetas…
Al día siguiente visité dos mercadillos de barrio organizados por asociaciones de vecinos y encontré varias cositas totalmente inutiles :-)))
Si sigo así, tendré que apuntarme entre los vendedores cuando llegue la primavera.