Al pasear por las calles de la capital, el lunes y el martes, se veía que los parisinos estaban arreglando los últimos detalles de la fiesta navideña.
Yo hice cola delante de una charcutería del distrito 18 y no vi pasar el tiempo porque la gente estaba compartiendo su experiencia de las preparaciones expuestas en el escaparate, recomendando unas y descartando otras.
Hice otra cola delante de la tienda de Arnaud Larher y en este sitio, los clientes recopilaban el recorrido profesional de este mejor obrero de Francia.
Mientras la plaza de la república lucía su vestido de lluvia, la tormenta Dirk privaba casi 300.000 hogares de electricidad para Nochebuena…
Al día siguiente, amanecimos con viento y sol y caminé rumbo al centro Pompidou con la idea de visitar su librería. Visiblemente, muchas personas tuvieron la misma idea porque la tienda estaba llena de clientes y circular entre los mostradores resultó bastante complicado. Por suerte, encontré rapidamente la zona que me interesaba y pude pasar un buen momento contemplando varios libros de arte.
Por la noche, los periodistas empezaron a contar tonterías: afirmaron que la mitad de los regalos de navidad se vendía al día siguiente y como prueba, precisaron que en los sitios de venta anunciaban 10000 anuncios extras. Yo no soy periodista pero sé contar y digo que con 65 millones de habitantes, uno de cada dos con un regalo y un regalo de cada dos vendido, serían 16 millones de anuncios extras. Pero ser periodista y tener criterio parece cada día menos compatibles.
El jueves y el viernes, pasé de nuevo por el centro de París y constaté que las tiendas seguían a tope de clientes. Por suerte, también pasé allí a destiempo y pude contemplar una plaza Beaubourg casi desierta.
Hoy quise visitar la exposición dedicada a Serge Poliakoff en el Museo de Arte Moderno de París y a pesar de la cantidad de visitantes no me arrepentí. Aproveché la ocasión para admirar las colecciones permanentes y recomiendo esta visita de acceso gratuito que permite ver varias obras maestras.
Nada más salir me encontré en un paisaje de postal 🙂
Y para alargar la sensación, caminé por la orilla izquierda rumbo al centro de París, admirando de paso el puente alejandro III, el Gran Palacio, la gran rueda instalada en la plaza de la Concordia, el museo de Orsay, el Louvre y Notre Dame…
¡qué ganas de volver a París! Menos mal que tenemos tus crónicas para no echarlo tanto de menos. Muchas gracias.