Todo empezó cuando recibí el sobre con los documentos relativos a las elecciones europeas. Me llegaron 16 boletines de voto y 10 folletos evocando un programa cuando 31 listas competían. Y no insertaron la más mínima nota oficial explicando que algunas listas no habían comunicado documentación electoral. Total nadie pudo averiguar si había recibido todos los elementos disponibles…
El mismo día anunciaron que la sociedad francesa de ferrocarriles había encargado trenes que no cabían en las estaciones y que una modificación de los andenes sería necesaria para adaptarlos a la anchura de los vagones. Controlé la fecha y no hubo más remedio que admitir que no se trataba de una broma del 1 de Abril.
El pasado viernes fue cuando percibí un ruido callejero muy curioso y cuando me asomé a mi balcón, pude admirar a dos soldados de la guardia republicana, paseando a caballo bajo la mirada incredúla de los vecinos 🙂
Mala sorpresa ayer al llegar al colegio electoral cuando me anunciaron que no vendría uno de los asesores y que tendríamos que llevar el proceso a cabo entre los dos presentes…
Buena sorpresa al constatar que en mi barrio la extrema derecha no alcanza el 9% y que en París no llega al 10%.
Los demás resultados suenan a pesadilla pero no me sorprenden: son representativos de la distancia cada día más grande entre los ciudadanos de a pie y la clase política.
Yo seguiré soñando y cultivando utopías…
Menos mal que, al menos París, sigue apostando mayoritariamente por la tolerancia y el respeto a la libertad. Pero, cuando vimos desde aquí los resultados de las elecciones en Francia, pasamos del estupor a la tristeza y de la tristeza al miedo. Miedo al contagio. Miedo a que se extienda la sinrazón. Miedo al retroceso. Y Miedo a que París, nuestro querido París, deje de ser esa ciudad abierta donde todo el mundo tiene cabida, donde nadie es extranjero y donde las personas son eso, personas, vengan de donde vengan.
Te mandamos un fuerte abrazo y deseamos, con todo nuestro corazón, que desde tu balcón siempre veas más vecinos de todas las culturas y etnias que guardias a caballo.
Ana y Manolo.