Uno de los habitantes del vecindario tuvo la excelente idea de proponer reuniones para hablar de temas relacionados con el barrio. El proceso fue llamado «Conversaciones de Mayo», tiene lugar durante cuatro martes seguidos (a partir de las 19h30) y para propiciar la participación, Jaurés (así se llama el organizador) escogió cuatro establecimientos diferentes.
El pasado martes, tocaba conversar en el café que se halla al lado de mi casa y tuve ganas de participar a este momento.
Cuando llegué, dos músicos estabán tocando jazz.
Jaurés acogió individualmente a todos los presentes y distribuyó papelitos para que apuntáramos un nombre y un tema de debate antes de ponerlos en un sombrero.
Cuando llegó la hora de la tertulia, nuestro anfitrion escogió un primer papelito al azar y leyó su contenido. Luego propuso que el autor explicara porque había escogido este tema y a partir de allí empezaron los intercambios.
Cuando se apagaba el debate, el organizador escogía otro papelito para pasar a otro tema.
Yo me quedé más de una hora y los asuntos escogidos me parecieron bastante representativos de una parte de la población.
Alguién quiso hablar de «las agresiones visuales y olfativas cotidianas en las calles del barrio», y acabamos evocando los rincones que se convierten en meaderos y los residuos abandonados en cualquier sitio. Otro observó que el barrio cuenta con demasiados supermercados alimenticios y que faltan lugares culturales.
Justo después evocamos el porvenir del LMP, un teatro alternativo que cambió de administrador pero todavía no tiene las autorizaciones necesarias para proponer una auténtica programación. Y el último tema que escuché trataba de las dificultades de estacionamiento para los coches, scooters e incluso las bicis.
Por cierto no se trataba de temas trascendentales pero ya que todos se referían a la vida cotidiana de los habitantes, merecían por lo menos un momento de atención colectiva.
Ayer, asistí en directo a un momento apocalíptico en la estación de Lyon, punto de salida para el último fin de semana alargado de Mayo.
¡Qué de trenes, qué de trenes!
¡Qué de mundo, qué de mundo!
Mientras me voy unas semanas de vacaciones, doña rana, escondida en la madreselva, seguirá vigilando mi balcón.
Magnífico comentario… habitualmente las personas tendemos a tratar en la red temas transcendentales carentes de cotidianeidad… como si estuviésemos escribiendo un legajo histórico; es por ello que, me gusta tu «relato» envuelto en la hermosura que acompaña siempre a lo habitual… al día a día…
¡Mi felicitación! y mi agradecimiento por los buenos ratos que nos das, te enviaría algunos paisajes cotidianos que, alargarían los dientes a más de uno. No se como hacerlo, si me das pistas…
Saludos a todos/as.
E. Álvarez