Mi semana empezó contemplando a los dormilones del tren de la madrugada. Viven lejos de París y aprovechan la hora y pico del trayecto para retomar el sueño abandonado mientras iban a la estación como sonámbulos.
El miércoles por la noche, una de las mujeres que asistían a las clases que doy en una asociación de mi barrio me preguntó cuándo se votaba para las elecciones presidenciales. Se había enterado de la organización de un voto en relación con la elección del nuevo presidente el próximo domingo, pero no había entendido que se trataba de seleccionar a un candidato. Yo le regalé unas aclaraciones factuales y se tranquilizó.
Ayer, en una escuela de mi barrio, formaba parte de los adultos invitados por los padres y madres para presentar su profesión a los alumnos de la secundaria. La asamblea contaba con varios profesionales del audiovisual, así como periodistas, informáticos, grafistas, ingenieros, trabajadores sociales, animadores culturales, agentes inmobiliarios… Pero también noté a una especialista de ergonomía, un agricultor (procedente del Suroeste) y un jardinero-conferencista.
Yo dediqué más de dos horas a explicar mi profesión a la treintena de niños que se pararon delante de mi mesa. La pregunta que más me asombró trataba de mis horarios de trabajo: ¿Cómo explicar que, en algunos oficios, los horarios no tienen tanta importancia? También me divirtió la niña que me preguntó qué había construido en mi instituto. Algunos se asustaron cuando hablé de matemáticas o de varios años estudiando después del bachillerato… La que más me conmovió fue esa chinita confesando que no entendía nada de ciencias y que cuando pedía aclaraciones a su profesor, entendía todavía menos. Yo intenté regalarle algo de confidencia en su capacidad de comprensión y un rato más tarde, volvió a mi mesa con unas compañeras extras.
Sobra decir que el ejercicio es básicamente agotador. Pero las sonrisas de los niños compensaron de sobra el cansancio.
Por la tarde hice un gran recorrido por el distrito VI. Al lado de la estación Port Royal, un grupo de personas arrodilladas ocupaba la acera para protestar contra el aborto. Pero por las demás calles de este barrio, se veían esencialmente personas saliendo de compras. Yo visité algunas tiendas que me gustan, pero los productos de la temporada no me interesan. Así que acabé en la calle de Bucy en donde hay un café que prepara chocolates a la vienesa muy ricos…
Hoy no pude resistir a la tentación de pasar por el colegio electoral de la primaria de la derecha. Cuando llegué había pocos votos y por las preguntas que hice creo que los asesores pensaron que controlaba el colegio para uno de los candidatos. Si supieran…
Luego aproveché el resto de la mañana para visitar algunas callecitas cerca de la calle Championnet en donde conservaron construcciones bajitas. Algunas tienen encanto pero basta con pensar con los enlaces de transportes para dejar de soñar.
Y ahora toca esperar el resultado de las primarias…
Gracias siempre por tus cronicas, las leo con frecuencia y me ubican en Paris en el instante, y ademas siempre aprendo mas de esa ciudad que tanto estimo.