Después de los entierros de la pasada semana, ahora tocaría ponerse a preparar las fiestas de fin de año. Desgraciadamente tuve muchísimo trabajo y casi no pude ir de tiendas.
En mi instituto invitaron a un productor del suroeste que propone el imprescindible “foie gras”. También vino un vendedor de chocolate y sé que varios grupos organizaron pedidos comunes de vinos y champán.
Yo tengo otros circuitos de abastecimiento, pero como todos intento comprar directamente a los productores porque resulta mucho más económico. Esta semana recuperé mi pedido de champán con mi carrito de las compras. También compré el regalo de los herrerillos: tres kilos de cacahuetes sin sal. Pero los demás regalos serán para otro día.
En esta época de gran consumismo me impresiona el ingenio de las madres solteras de mi barrio, que se apoyan en varias asociaciones para que sus niños disfruten de Navidad, aunque no tengan mucho dinero. Admiro a estas luchadoras cuyo único objetivo es mimar a su progenitura.
Yo pasaré las fiestas lejos de París y de su derroche navideño, pero de momento me espera otra semana de demasiado trabajo 🙁
¡Hasta pronto!