La última semana de abril nos regaló varios días soleados, perfectos para pasear por las calles de la capital. Así fue como descubrí la existencia en París de una calle del Sol en donde las casas ya no benefician del sol de la tarde porque construyeron un gran bloque en la acera Oeste…
Noté varios parques en varios sitios y casi todos estaban abiertos y, al atardecer, muy concurridos por las familias. Las cosas resultan algo diferentes al lado de mi casa. En el jardín León todo pasa como en los otros jardines que pude visitar, con zonas de juegos para los niños y mesas con ajedreces para los mayores. Pero también toca mencionar dos jardines cerrados al público, en donde sólo se ven un vigilante y su coche, 24 horas al día. Eso es la única solución que encontraron los servicios del ayuntamiento para evitar la instalación de campamentos de migrantes. ¡Me desespera!
A lo largo de mis recorridos encontré en alguna pared del distrito XX un eslogan irónico que me hizo reir.
¡Salvemos a los patrones, volvámonos voluntarios!
Lo bueno fue que el viernes se acabaron las vacaciones del panadero de la esquina. Viajó a Egipto para visitar a la familia, y cuando compré unos pasteles, su mujer me confió que le costaba mucho volver a la realidad parisina.
Este fin de semana coincidía con el primer puente de mayo, pero también con el fin de las vacaciones parisinas. Así que una parte de la población se marchó de la capital, mientras otra volvía, por los niños o por las perspectivas de lluvia.
Yo beneficié del puente, pero como una de mis gatas se enfermó, preferí quedarme en París.
Quise visitar un nuevo espacio creado en el edifico de una antigua fundería y bautizado “taller de luces”. Desgraciadamente, mucha gente tuvo la misma idea y cuando vi la cola para entrar, preferí renunciar.
Total, pasé un largo momento explorando el mercadillo instalado en el bulevar Voltaire, en busca de alguna ganga. Pero los precios de los anticuarios y de los chamarileros instalados en la acera no cuadran con mi presupuesto.
Lo bueno es que están haciendo obras en el bulevar para crear carriles reservados a las bicis. Y eso sí que mejorará la vida de los ciclistas parisinos.