Pronto volví a encontrar el ritmo de diciembre: primer metro en la línea 4 a las seis y media de la mañana y enlace con la línea 1 (automática) para ir al trabajo, vuelta caminando al azar. Lo cual representa marchas cotidianas de unos 12 kilómetros.
El lunes al anochecer, pasé por el mirador que se halla en lo alto del parque de Belleville y con gusto me paré un ratito para contemplar esta ciudad que tanto me gusta. El martes me paré en la muy bonita librería del canal (cercal del canal Saint-Martin). Y el miércoles, en una de las asociaciones de mi barrio, esperamos en vano a los usuarios que ayudamos a arreglárselas con las herramientas informáticas.
El jueves participé a la nueva jornada de huelga nacional y a la manifestación organizada entre la plaza de la República y la iglesia Saint-Augustin.
Caminando rumbo al punto de salida de la marcha, noté que la brigada motorizada de represión de las acciones violentas se acercaba a la iglesia Saint-Vincent-de-Paul. Más abajo, un grupo de policías caminaba por la acera del bulevar mientras otros cerraban calles perpendiculares al recorrido.
Entre los manifestantes, se veía una fuerte proporción de agentes de la educación nacional, con banderas de sus escuelas y fanfarria incluida.
En la plaza Jacques Bonsergent, varios colectivos feministas estaban preparando y repasando el baile y la canción del día (denunciando las medidas relativas a las mujeres).
En las aceras, varios turistas japoneses, privados de museos, sacaban fotos del acontecimiento.
Y más adelante, una muchedumbre compacta estaba esperando el arranque de la marcha.
Acabé por ubicar a mis colegas y tuvimos que esperar hasta las cuatro y medio para avanzar.
En varios puntos la policía había lanzado bombas lacrimógenas y yo preferí abandonar la marcha al llegar a la calle de Rochechouart.
El sábado también fui a la manifestación del día entre la plaza de la Nación y la plaza de la República.
La participación me pareció menos importante que el jueves, pero se notaban varios grupos del sector privado, así como un grupo importante de abogados con sus togas negras.
Al llegar a la plaza de la República, me impresionó la cantidad de camiones de policía, pero no me quedé: miré algunos videos publicados por unos amotinadores, no entiendo su juego estéril de provocación y suelo evitar los lugares de pelea.
Hoy tocaba descansar. Mañana seguiremos estudiando el proyecto de reforma de las pensiones y calculando cuanto pierde cada uno…