Empezamos la semana con una gran pregunta: ¿Confirman o aplazan el desconfinamiento? Y como la respuesta dependía de las cifras de la pandemia, tuvimos que esperar hasta el jueves y, mientras tanto, preparar más precisamente las modalidades de la vuelta al trabajo.
En mi instituto, confirmaron que mi equipo sigue teletrabajando para los que pueden, y en casa para los demás. Queda claro que la preocupación principal de la dirección es el reinicio de la producción y que todas las energías se enfocan en acoger a las centenas de empleados productores en nuestro campus.
Cualquier petición que no cuadra exactamente con este objetivo resulta inoportuna. Total, pasé horas explicando este contexto y bien veremos en los días que vienen si conseguimos mejoras.
Difícil entonces, pensar que se trata de nuestra última semana de confinamiento.
Yo seguí subiendo por la colina de Montmartre al amanecer y eso me regaló una visión muy rara de un Sagrado Corazón de color rosa.
Escogiendo bien los momentos, pude resolver el tema de las compras sin hacer cola y aproveché el fin de semana alargado para hacer varias caminatas más o menos conformes con las normas del confinamiento.
Para empezar, pasé por el “paraíso de las modistas” y constaté que las tiendas de tejidos y mercería estaban abiertas porque venden los materiales necesarios para fabricar máscaras caseras. De paso constaté que las farmacias del vecindario ya recibieron máscaras quirúrgicas desechables y que proponen 50 máscaras por 40 euros…
Para mantener la moral, visité la tienda de Arnaud Larher en donde encontré varios pasteles riquísimos…
Hoy pasé por la pequeña calle del Norte en donde los vecinos instalaron varios rosales magníficos y, más tarde, por el mercado de L’Olive en donde los comerciantes estaban preparando la vuelta de la próxima semana.
Se ve que todos esperan el desconfinamiento…
Yo no tengo tanta prisa, pero me alegra la idea que ya no tendré que controlar las distancias y los horarios de mis recorridos cotidianos.
Si pude contemplar casi todos los días la ciudad desde arriba, también tengo ganas de pasear por la orilla del Sena o por las calles del Marais. Ya veré como van las cosas mañana con la vuelta al trabajo de todos los parisinos que no teletrabajan…
¡Ojalá el virus no pase por el metro!