Si formo parte de los afortunados que tienen un equipo de teletrabajo, preferí pasar casi toda la semana en mi venerable instituto para arreglar la situación de mis colaboradores. Renuncié a mi autobús de siempre para viajar en metro, más temprano, con los escasos viajeros de la madrugada. También me marcho más temprano de la oficina y vuelvo a casa caminando.
El miércoles, tenía soluciones para que todos puedan trabajar desde casa. El jueves llevamos a cabo dos reuniones muy formales con las nuevas herramientas de comunicación y acordamos la nueva organización. Algunos seguirán trabajando todos los días en el instituto, otros prefieren trabajar desde casa y un tercer grupo alternará las ubicaciones. Aprendimos mucho a lo largo del primer confinamiento y ahora estamos muy bien preparados para aguantar esta segunda temporada.
Yo formo parte de los que seguirán en el instituto porque entre las diferentes medidas, volvieron los “certificados de desplazamientos derogatorios” y la limitación de las actividades físicas a una zona de un kilómetro alrededor de casa. Volver del trabajo caminando me da la posibilidad de olvidar este límite punitivo y de cultivar mi equilibrio físico y mental.
También me da la posibilidad de contemplar la ciudad al atardecer y de disfrutar la “hora azul”. El otro día, esta casa de la “Cité Leroy” parecía un paisaje de película de terror…
Confieso que este nuevo confinamiento me asombra muchísimo. Se ve una cantidad increíble de gente en las calles y en las pocas salidas de escuela que pude ver, la distanciación física me parece realmente insuficiente.
También despista la lista de los comercios que pueden seguir abiertos. Curiosamente, los vendedores de telas pueden seguir trabajando, pero los peluqueros o las librerías tienen que permanecer cerradas.
Como son muchos los que protestan porque esta situación favorece los supermercados y perjudica los pequeños comercios de proximidad, el gobierno exigió que los supermercados cerraran las secciones de libros, juguetes y prendas…
Por suerte los pequeños comercios pueden entregar productos pedidos por teléfono o por mail… Total, completé la alta pila de libros por leer para apoyar a la librería recién creada cerca de mi casa. Confieso que hacer cola delante de una librería para conseguir mi pedido me alegró el atardecer.
Por suerte también, no hay problemas de avituallamiento como en la primavera.
Ahora, sólo falta esperar que este confinamiento relativo permita evitar la saturación de los hospitales y mientras tanto, es preciso comprar y usar virucidas en cada momento.