Si seguimos con la obligación de llevar un certificado de desplazamiento cada vez que salimos de casa, la extensión del perímetro accesible y de la duración de los paseos ya alivia la pesadilla del confinamiento. Pero como bien dice una de mis amigas, lo peor de todo en esta historia es la imposibilidad de hacer proyectos…
El pasado lunes, aproveché una tarde de libertad para volver a la zona del Ayuntamiento de París. Poca gente por las calles, pero muchas tiendas abiertas con pocos clientes… Si sólo hice compras corrientes, me encantó recorrer la calle de los Francs-Bourgeois, echar un vistazo a la plaza de los Vosgos y seguir rumbo al Norte por la calle de Turenne.
A partir del martes, la lluvia y el frio pusieron un toque deprimente a estos días de poca luz, a pesar de la reapertura de los comercios y de la instalación por todas partes de las decoraciones navideñas.
Ayer organizaban otra vez una manifestación contra la ley de seguridad, pero al enterarme del recorrido de la marcha, empezando en el muy desfavorecido distrito XX, pensé que sería perfecto para los alborotadores y los acontecimientos confirmaron mis intuiciones.
Total, hice un largo paseo con una amiga por el distrito XI. En el bulevar Voltaire había mucha gente en casi todos los comercios. En la calle Faidherbe, habían instalado carpas para abrigar un mercadillo y con gusto examiné los objetos expuestos. Luego pasamos por la calle del Faubourg Saint Antoine y giramos en la calle Trousseau para volver a la plaza Voltaire. Desgraciadamente no pudimos sentarnos en algún café con una bebida caliente ya que los bares permanecen cerrados…
Luego seguí rumbo al Norte en donde el cierre de los bulevares debido a la manifestación había provocado varios atascos y conciertos de bocinas.
Hoy, hice otro largo paseo en solitario. En la calle Ordener, también habían instalado algunas carpas para albergar un pequeño mercadillo. En la calle Danremont, había vidilla en los comercios de comida. Yo seguí rumbo a la plaza de Clichy y a la calle des Batignolles, pero este barrio aburguesado todavía estaba despertando.
Más adelante, la calle de Levis estaba ya a tope de clientes. Entré en el “Monop” para ubicar el mostrador de Arnaud Larher, pero no tenía los pasteles que prefiero.
Después de un desvío por el distrito VIII, llegué a la zona de los grandes almacenes y supe, al ver los grupos aglutinados delante de algunos escaparates, que las vitrinas animadas ya estaban instaladas… Lo que pude ver no tenía nada del otro mundo, pero por lo menos picaba la curiosidad de los niños.
Seguí cuesta arriba por la calle de los martirios, en donde los habitantes hacen las compras domingueras en medio día…
Ahora solo faltan unos días para saber si podemos movernos para las fiestas…