Volví a París el lunes por la noche, o sea con todos los parisinos que habían aprovechado el fin de semana alargado de Pentecostés para marcharse de la capital. Gente en el tren, gente en el metro, respetar las reglas de distanciamiento físico resultó un poco complicado, pero tampoco estábamos en horas de mayor afluencia.
El martes, después de varias horas en mi instituto de siempre, me marché caminando rumbo al centro de París para visitar la tienda de bricolaje en donde encuentro casi todos los detalles necesarios para reformar una casa. A lo largo de los nueve kilómetros de mi recorrido, lo que más me llamó la atención fue la yuxtaposición de las terrazas de café, muy concurridas, con carpas de farmacias para pruebas de Covid, como si la nueva norma fuera oscilar entre pasarse con los amigos y tranquilizarse con unas pruebas.
Cerca de Bastille, encontré uno de los almacenes que me hacen falta en mi pequeño pueblo de Borgoña y compré varios productos alimentarios.
Luego pasé un gran rato en la tienda de bricolaje y como no había mucha gente, pude explorar tranquilamente varias secciones. No tenían pasamanos para mi escalera y no encontré estantes para mi jardín. Pero pude ojear los nuevos modelos de embaldosado y de rodapié, y acabé comprando unos antideslizantes para la ducha de mi casa de campo.
El miércoles, quise pasar por el cementerio del Père Lachaise, pero la puerta de la calle de la Reunión estaba cerrada, y cuando llegué a la entrada principal, no quedaba mucho tiempo para perderme entre las tumbas. Seguí caminando rumbo a casa bajo la llovizna, contemplando de paso algunos escaparates.
El jueves, saboreamos el primer día soleado de la semana. Yo tenía una maleta demasiado pesada para ir caminando hacia la estación de tren, pero por lo menos pude contemplar las afueras de la capital desde la ventanilla…
¡Hasta pronto!
Te agradezco por estas recomendaciones.
Confieso que estas zonas muy turísticas no forman parte de mis favoritas.
Ahora tengo muchas ganas de volver a subir al Sagrado Corazón por la madrugada para contemplar la ciudad al amanecer.
Eso hice todos los días cuando impusieron el confinamiento el año pasado, pero en estos momentos no había toque de queda.
Seguir callejeando: atraviesa la Place Vendome y sube por la Rue de la Paix hasta alcanzar la Opera Garnier. Para obtener la mejor perspectiva, entra en las cercanas Galerias Lafayette y, tras maravillarte con su cupula de colores, sube hasta el ultimo piso y asomate a la terraza. ?La Torre Eiffel vuelve a saludarte al fondo! Si aun te quedas ganas de caminar (venga, solo un poco mas), baja por la animada Avenue de l Opera hasta salir a la explanada del Museo del Louvre. Aprovecha para hacerte unas cuantas fotos junto a su polemica piramide y pasa bajo el Arc de Triomphe du Carrousel, que por las tardes goza de una luz especial, para adentrarte en los Jardines de las Tullerias y poner punto y final a este primer dia en Paris.