«Debajo de la orilla», «Tierras del cura», «castillo de los rentistas», «jefe de la ciudad»: estas expresiones designan algunas calles que recorrí al pasear por una parte del distrito XIII que se halla entre los bulevares exteriores y la calle de Tolbiac. Me parecieron graciosas porque conllevan historias antiguas, pero no vi ni cura, ni jefe y mucho menos rentistas…
No se notan edificios de gran altura entre las construcciones que bordean estas calles, más bien algunos edificios haussmanianos, algunos inmuebles mas modestos y construcciones ordinarias para proporcionar alojamientos a la gente.
En medio de esta zona, también se ven algunas calles estrechas, bordeadas de pequeñas construcciones. En algunas partes, queda claro que las construcciones no resistirán al próximo programa de reforma de las viviendas. Pero también es importante que la gente que vive en las torres pueda soñar con un hábitat más cerca del suelo y pasear por estas sendas peatonales, con una sombra muy apreciable cuando anuncian más de 30 grados en las noticias.
También noté algunas construcciones que evocan las viviendas obreras del principio del siglo XX y varios comercios y locales perfectos para socializar.
Entre las cosas más asombrosas, toca mencionar el cubo de vidrio que alberga arquitectos y urbanistas asociados alrededor de Paul Chemetov. Escondido en un anodino callejón sin salida, a salvo del ruido de los bulevares exteriores y protegido del pequeño cinturón ferroviario por una barrera de bambúes, el sitio tiene mucho encanto, y la casa vecina te traslada muy lejos de París.
También me asombró la cantidad de zonas ajardinadas en donde los inquilinos y sus niños se quedan un rato al atardecer.
Confieso que, al pasar por algunas calles, pensé que podría abandonar mi querido distrito XVIII para pasar una temporada en otros lugares.
De momento, toca estudiar el resultado de la primera vuelta de las elecciones legislativas. Pero mañana seguiré paseando…