Los azares de mis actividades me llevaron a acompañar a dos personas que tenían una cita en la embajada de su país para conseguir nuevos pasaportes. Eso dejaba bastante tiempo para organizar un paseo por la capital.
Lo primero que hicimos fue subir por la colina de Montmartre hacia el Sagrado Corazón. Al lado de la iglesia, había una cantidad impresionante de policías y pensé un rato que eran más numerosos que los turistas. Pero también sospeché que se trataban de policías provincianos transferidos a París para los juegos olímpicos porque algunos se sacaban fotos en las escaleras de la colina, como los turistas…
Nuestro paseo por la colina también pasó por la plaza de los pintores, invadida por las terrazas de restaurantes, y pronto seguimos rumbo abajo para pasar por la calle de las abadesas y admirar el molino rojo, con sus alas.
Luego seguimos en metro hacia el arco del triunfo y recorrimos un trozo de los Campos Elíseos.
Ya era hora de presentarse a la embajada y aplazamos el resto de la visita.
Al salir de este lugar, seguimos rumbo a la torre Eiffel, porque “solo conocían sus fotos en Google”. La torre ya lucía los anillos olímpicos y desde el puente de Iena, pudimos apreciar su impresionante silueta. Desgraciadamente, instalaron un espacio temporal al pie del Trocadero para los juegos, así que de momento no se puede admirar esta perspectiva ☹
Seguimos en metro rumbo a Saint Michel y pudimos constatar que la catedral ya tiene una flecha nueva y parece casi lista para los Juegos.
En las orillas del Sena, ya instalaron graderías para la ceremonia de apertura de los juegos.
Para mis acompañantes, esta visita exprés será un excelente recuerdo.
Yo tuve la sensación de que muchos parisinos ya se marcharon de vacaciones porque ya están hartos de los atascos gigantes.
Confieso que me preocupan un poco las potenciales restricciones de desplazamiento, pero siempre queda la posibilidad de refugiarme en mi casa de campo…