Normalmente, las semanas más tranquilas del verano en la ciudad de las luces son las dos primeras de agosto. Al pasear por las calles del centro de París, tuve la sensación de que muchos parisinos ya se marcharon de vacaciones o ya activaron la posibilidad de teletrabajar para quedarse fuera del centro de la ciudad, sus restricciones de circulación y sus atascos gigantes…
Para los que se quedan, algunas estaciones de metro permanecerán cerradas, supuestamente por cuestiones de seguridad, y casi se duplicará el precio de los boletos de metro…
A pesar del bochorno, hice un largo recorrido a partir de la plaza de la Madeleine y me paré en la plaza Gaillon para admirar su fuente. Desgraciadamente, almorzar en la terraza al pie de la fuente está por encima de mis posibilidades así que seguí rumbo al norte.
En algunas zonas cerca del bulevar de los italianos, están reformando grandes edificios de oficinas para adaptarlos a las nuevas modalidades de trabajo y de cooperación, pero de momento, los diferentes barrios residenciales por donde pasé siguen manteniendo su ritmo de siempre.
Lo bueno de la semana fue constatar que se acabaron algunas obras impactantes para los transportes públicos y llegar a una zona comercial en tan solo unos minutos.
Yo aproveché esta fuga de los parisinos para visitar tranquilamente algunos almacenes, conseguir informaciones y consejos de los dependientes mucho más disponibles que en otras ocasiones y evitar la prueba de aguantar una hora de fila en la caja.
A ver como siguen las cosas cuando empiezan los juegos…