¡Este mes de junio no se parece a un principio de verano!
Por cierto, decir que llueve todo el santo día sería mentira: a veces, entre dos nubes, tenemos un rayo de sol. Pero este tiempo relativamente raro complica todos los proyectos…
El pasado jueves se celebraba el día de la música. A las 16 fue cuando ocurrió una fuerte tormenta de agua y granizo con este cielo gris de los días de invierno. Total, la gente se lo pensó un rato antes de recorrer las calles de París y son muchos los que renunciaron.
Yo pasé por la zona animada del canal Saint Martin y descubrí una nueva manera de celebrar la música: transformas una gabarra en discoteca, invitas a clubbers y organizas un recorrido por el canal. En todas las esclusas constatarás que los del barco contagian a los de las orillas y que se extiende la zona de baile 🙂
Pero si aparto esta «novedad», fue una fiesta bastante «regular».
Al día siguiente el tiempo se hizo más agradable y el sábado llegó a soleado. Aproveché esta suavidad meteorológica para visitar la venta organizada en el patio de una copropriedad de mi calle y constaté con alegría que todavía existen algunos rincones con encantos. Más tarde pasé por el square Clignancourt en donde organizaban otra fiesta, con músicos y algunos escasos espectadores.
Y el domingo tuvimos lluvia otra vez…
Si pasé rapidamente por el mercadillo de los vecinos de la calle André del Sarte (al pie del sagrado corazón), renuncié a visitar los campos eliseos en donde celebraban el quinto aniversario del velib.
Con más de 225 000 abonados, la bici gris forma parte cada día más de la vida de los parisinos. Incluso llegaron, en mi trabajo, a organizar un sondeo para determinar quien viene con el velib antes de pedir más sitios en la estación que tenemos al pie del edificio…
¿Quien lo hubiera imaginado cinco años atrás?
Pero ahora es preciso recobrar las fuerzas ya que el próximo fin de semana se celebra la fiesta de la Goutte d’Or…
Luego os cuento.