Empecé la semana contemplando las cifras de 2009 publicadas en una revista que compro de vez en cuando: el cuarto de los asalariados percibía menos de 785€ cada mes, y la mitad percibía menos de 1442€.
Incluso considerando que ya pasaron dos años y que en París los salarios son más altos que en el resto de Francia, eso no permite vivir decentemente en la región parisina…
Y mientras algunos publicaban esas cifras, otros seguían instalando las iluminaciones navideñas en las calles de la capital…
Este fin de semana pasé de nuevo por el barrio del Marais y constaté que seguía el frenesí consumista de la pasada semana pero con más contrastes (quizás por la lluvia). Si muchas tiendas quedaban casi desiertas, en el BHV, capturar a un dependiente resultaba casi imposible y había demasiado gente para que uno pueda examinar los productos tranquilamente. Total me escapé corriendo.
Visité otras tiendas y pude resolver con serenidad el problema de lámparas que tenía en mi nuevo piso.
El sábado por la noche volví al cine y constaté que la película «Intouchables» sigue atrayendo a una cantidad increíble de espectadores. Yo la vi dos semanas atrás y la verdad es que pasé un rato estupendo, con muchas risas y muchas emociones. Y sospecho que este cuento que borra la distancia entre un joven marginal negro y un adinerado inválido coincide con los sueños del pueblo de Francia.
Hoy pasé por la zona de las abadesas y como no tenía compañía pude escudriñar las diferentes tiendas instaladas en la acera norte de la calle. Y constaté que ahora casi no se ven otras cosas que tiendas de prendas… Por suerte, en frente de la iglesia encontré un mini mercadillo de navidad con las golosinas de temporadas.
Pero con esa llovizna insistante, el cansancio de unos días de demasiado trabajo y la perspectiva de otros días ajetreados, no me extravié mucho y volví a casa para descansar un poco.
A ver si la próxima semana me regala más fantasía…