El Salón Internacional de la Agricultura forma parte de los momentos importantes de la vida parisina. En esta ocasión, una cantidad increíble de productores de todas las regiones hacen el viaje hacia París para enseñar su producción y, por supuesto, hacer algo de comercio.
Tras una semana bien empleada, unos amigos me invitaron a acompañarlos para visitar la feria, aprovechando la apertura nocturna del viernes.
Si la cola para comprar las entradas, mal organizada, resultó algo pesada, se fue la contrariedad nada más entrar en los pabellones de la puerta de Versalles. Mis amigos pasaron un largo rato catando vino antes de hacer un buen pedido. Mientras tanto elegía productos de pura supervivencia en una tienda del País Vasco que conozco (casi) de toda la vida.
Tras esta sesión de compras, probamos uno de los restaurantes del pabellón de las regiones de Francia y si no fue un acierto, por lo menos nos alimentamos. Luego recorrimos una gran parte del recinto ferial para visitar los pabellones dedicados a los animales.
En el primero pudimos admirar varias razas de caballos y de asnos, antes de pasar por la zona de los gatos en donde me dejé seducir por un macho de la misma raza que mis gatitas.
Pero el mejor momento fue en el segundo pabellón en donde pudimos admirar a una variedad increíble de vacas, entre las cuales «Aida» que aparece en el cartel de la feria.
La suerte que siempre me acompaña me regaló la presencia de un hombre realmente apasionado por estos animales y que me enseñó un montón de detalles que yo no hubiera captado sin sus preciosas aclaraciones.
La visita se acabó tras un rato en la zona de las aves de corral en donde pudimos admirar varios individuos realmente asombrosos.
Mientras volvía a casa pensé que todavía tengo que reforzar mi musculatura torácica. Mi gata más mimosa suele acurrucarse cerca de mi cuello encima de mi hombro izquierdo y con 6 kilos y pico, ya me parece algo pesada. Pero el macho que vi ya tiene 7 kilos y su criadora decía que llegaría a 9 o 10 kilos…
¡Mañana vuelvo a la clase de gimnasia!
Eso está hecho. Cuando quieras.
Y cuando quieras venir a Granada, sin necesidad de intercambio, tienes las puertas de mi casa abiertas. Sería un verdadero placer invertir los papeles y que, por una vez, te llevaran a tí de paseo.
Ana, acabaremos intercambiando los pisos 🙂
Hola Caol.
Otros menesteres me han tenido un tiempo sin poder visitar tu blog y las novedades de tu web. Pero acabo de ponerme al día. Te echaba de menos. Y echo de menos París. A ver si conseguimos hacer una escapadita durante este año (aunque no está fácil). Mientras tanto, seguiré manteniéndome enganchada a través de tu maravillosa web.
Muchas gracias. Un abrazo.