Nada mejor para recuperar despues de unos días de huelga que meterse en un largo recorrido en busca de lo que sea…
Ese día acompañaba a una amiga que necesitaba comprar zapatos.
Saliendo de la Plaza Voltaire rumbo a Saint-Eustache, pasamos naturalmente por el Marais y aquí entramos en una de las tiendas de creadores.
Tres mujeres, desocupadas, estaban curioseando.
Por su manera de vestirse, tenían pinta de clientes potenciales y la dependiente intentaba atenderles equitativamente. Pero despues de varias preguntas con afectación se marcharon sin comprar cualquier cosa.
Mientras tanto, mi amiga y yo escudriñábamos la ropa presentada e hicimos una primera selección. Mi amiga escogió una falda negra de forma y tejido original y yo elegí un objeto marrón de nombre indefinido, entre el jersey, el vestido y el guardapolvo…
Ya instalada como cliente efectiva, dejé rienda suelta a mi curiosidad y saqué un objeto que ya había notado en otra tienda. Perpleja, solicité a la dependiente:
«¿Por pura curiosidad intectual me explicaría usted como una pone esta cosa?»
La pregunta alegró a la dependiente y se prestó al juego.
Resulta que el objeto (una malla con cuatro orificios dispuestos al azar) se usa como lo imaginaba: entrar por un orificio y buscar otros para la cabeza y los brazos. En cuanto al resultado, basta con decir que es «pura creación» para que deje de ser basicamente horrible. Además la perspectiva de una exploración metódica de todas las combinaciones casi permite considerar que esa cosa es una ganga ya que reune las funciones de prenda y de juego.
El único problema es que al despertar no doy para los rompecabezas.
La dependiente, divertida por mis comentarios, me presentó otros modelos pero llegué pronto a la conclusión que no cuadraban con mi estilo de belleza…
Mientras pagabamos, empezamos a hablar de las tiendas de creadores, globalmente poco frecuentadas y la dependiente nos hizo este comentario sobre su cotidiano:
«No pasa mucha gente y podría parecer aburrido. Pero resulta que tengo una cliente divertida cada día y eso ilumina el día. Hoy ha sido ustedes. Está bien. Tengo mi cuenta».
Con este nuevo diploma de payaso callejero, seguimos el recorrido del día.
¿Sobra decir que volvimos sin zapatos?