Ya llevamos cinco días con una huelga dura de los transportes parisinos y, de momento, no se sabe cuanto durará esta protesta.
El pragmatismo benevolente del primer día se transformó pronto en resignación y lo que domina ahora es un tremendo cansancio.
Madrugar, pasar dos horas en los atascos, trabajar, otra vez los atascos, tal es el programa de los habitantes de las afueras y vuelven a casa fritos.
Entre los parisinos el juego es diferente.
Los escasos metros que circulan permiten medir la capacidad de compresión de los cuerpos.
Las bicis provocan descontrol y los peatones intentan evitar los accidentes.
Lo que más me impresionó fue la multitud esperando un tren rumbo a la Défense en la estación Chatelet. Multitud compacta y silenciosa, desbordando de los andenes e invadiendo poco a poco los pasillos de enlace…
Por suerte camino al reves de la gente y no tuve que aguantar esta apretura espantosa.
Ayer usé mi bici para solucionar el problema del día. Hoy toca descansar.
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Caol, lo que me parece admirable es la capacidad que tienes para disfrutar y sacar un romántico provecho hasta de un atasco. Deberiamos aprender todos a disfrutar de lo más cotidiano, de los rincones de nuestra ciudad y nuestro entorno más inmediato. Es cierto que muchos de nosotros viajamos a ciudades más o menos bonitas dispuestos a descubrir en ellas hasta el más mínimo detalle y, sin embargo, en nuestra localidad no nos fijamos en las fachadas, en ese local entrañable, en esa farola que subsiste desde hace un siglo, en el antiguo suelo de cerámica de ese portal decimonónico… Tan absortos vamos con la rutina y las prisas diarias que solo vemos la parada del bus, el supermercado de todos los días o el edificio en el que trabajamos. Por eso te admiro, Caol, y estoy aprendiendo de ti a ver mi propia ciudad con otros ojos.
Muchas gracias por esta página, porque con ella, no solo estoy aprendiendo mucho de París, sino también de la localidad en la que vivo, a la que ahora miro de otro modo.
Un beso, Ana.
En cualquier parte del mundo, la forma de reclamar de los transportistas, sin cuestionar derecho o validez de los mismos, convierten sólo el hecho de ir a trabajar y regresar al hogar sano y salvo, una peripecia agotadora, abrurrida y exasperante a veces.egoistamente pienso que ojala se haya resuelto para el 3 por la noche, o que el autobus que sale para paris media hora despues de la llegada del vuelo no este adherido a la huelga, porque en bicicleta desde Beauvois… saludos gabi