Dediqué una gran parte del pasado domingo a recorrer cuatrocientos kilómetros para acercarme de la casa de la criadora de gatos. Hicimos una parada en un pequeño hotel restaurante en el valle de la Sioule y, después de tanto tiempo sin salir de París, pasear por el pequeño pueblo y ver gente tranquila, sin máscara, pero respetando la distanciación física, fue realmente agradable.
Al día siguiente, pudimos admirar los gatos adultos de la criadora y, después de acabar con los tramites, pude llevarme “Reina des Grives au loup” e iniciar el largo camino de vuelta. Si aproveché el viaje para tranquilizar la gatita, nada más descubrir su nuevo hogar, se hizo muy presente y consiguió empaquetarme casi enseguida 😊
Luego retomé el ritmo del teletrabajo, con paseo por la madrugada y otra caminata al atardecer.
Por la madrugada, exploré varias zonas cerca del límite Norte de París.
Constaté con alegría que una parte de la zanja abandonada del ferrocarril rodeando París se transformó en una asombrosa reserva de biodiversidad.
Más al Oeste pude admirar el diseño de las viviendas baratas construidas en los años 1920. Todos estos edificios son sencillos, pero con toques coquetos. Además, la parte central de las manzanas se ve desde la calle y esa apertura resulta muy agradable.
Las caminatas del atardecer me dieron la oportunidad de ver las consecuencias de la reapertura de las terrazas de los bares y de sus extensiones. Los clientes habituales con gusto volvieron a su café de siempre para encontrar a sus amigos de barra y transformarlos en amigos de terraza. Pero los sitios sin terraza permanecieron cerrados o se quedaron sin clientes.
Mientras tanto, la alcaldesa de París anunció que los restaurantes podrían instalar una terraza en la acera o en una plaza de aparcamiento, hasta el mes de septiembre y sin pagar tasa extra. Sobra decir que son muchos los establecimientos que se apuntaron para conseguir estos permisos.
Ayer, al recorrer la larga calle Saint Maur, constaté que en varios lugares estaban instalando suelos de tablas con parapetos para delimitar su espacio exterior. No sé si eso será suficiente para compensar los tres meses de cierre, pero por lo menos demuestra que la gente quiere seguir adelante.
Hoy pasé por varios lugares en donde noté terrazas nuevas y no todas tenían clientes. Si los comercios ya parecen preparados para acoger de nuevo a los clientes, queda la pregunta llave de los recursos disponibles para consumir. Son diez millones de personas que viven desempleo parcial con la baja de sueldo asociada. Total, veo el tema muy complicado.
Yo no sufrí esta desdicha, pero me tocó otra curiosidad: organizar la vuelta a la oficina de los que no podían teletrabajar y de los que se aburren en casa…
Confieso que, con la gatita nueva, no me aburro. Así que seguiré por lo menos una semana en casa y preparándome mentalmente a volver a la oficina dentro de una decena de días.