Tolbiac…

Últimamente, una de mis amigas mencionó una obra de Léo Malet titulada “Niebla en el puente de Tolbiac”. Eso me dio ganas de recorrer la larga calle de Tolbiac que camina desde el Sena hasta el parque de Montsouris y aproveché un domingo soleado para hacerlo.

Mi recorrido empezó en el parque de Bercy, cuyos altos árboles regalan una sombra muy agradable cuando hace calor. En medio el parque, la calle Joseph Kessel me llevó al puente de Tolbiac, que ya no tiene la apariencia dibujada por Tardi, pero en donde pude admirar la gran biblioteca y el Batofar.

Al llegar a la orilla izquierda, la calle nueva de Tolbiac camina entre las construcciones nuevas de del barrio de la biblioteca y los “frigos”, antigua instalación frigorífica que ahora alberga talleres de artistas.

La avenida de Francia es el eje principal de este barrio que se estira entre el Sena y las vías de la estación de Austerlitz. Es una ancha avenida que comunica edificios altos y una red cuadriculada de calles, y permite observar los últimos delirios de los arquitectos que dibujaron los edificios que se hallan al lado del bulevar periférico.

Esta parte de París albergaba talleres y fábricas. Estas actividades fueron trasladadas a las afueras y a partir de los años 1990 transformaron la zona en una mezcla curiosa de actividades terciarias y de viviendas, con un toque aséptico que no me gusta mucho.

Después del cruce con la avenida de Francia, la calle de Tolbiac pasa encima de las vías de ferrocarriles y de la vieja calle Chevaleret. En esta parte, acaban de derribar los últimos talleres para construir otros edificios altos. Más adelante, encontramos un trozo más clásico con árboles, inmuebles más pequeños y comercios en la planta baja.

El choque ocurre al llegar a la estación de metro Olympiades en donde aparecen las primeras torres del distrito XIII y, a continuación, los primeros comercios “chinos”.

A partir de la avenida de Italia, la calle tiene de nuevo un toque más clásico y bordea la parte sur de la colina de la “Butte-aux-cailles” antes de acabarse en el límite del distrito XIV.

A lo largo de este recorrido me asombró la frecuencia de los autobuses, pero cuando miras bien, no son muchas las estaciones de metro y todas te llevan hacia el centro de París…

Antes de volver a casa seguí por la calle de la “Santé”, calle frontera entre dos distritos y que comunica dos hospitales y una cárcel. En el bulevar Arago, todavía se ve un antiguo modelo de urinario público. Antaño tenía el color verde de los edículos pero últimamente le regalaron una pintura dorada.

¡Me hizo reír!

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