Hace mucho tiempo que no llevo a algunos turistas a una de estas zonas que tanto me gustan. Entonces cuando la asociación de los parisinos me transmitió la demanda de una pareja de treintañeros, propuse enseguida un recorrido por el mercado de las pulgas y estos viajeros aceptaron. Nos acordamos para quedar a las doce y yo propuse que el punto de encuentro este al pie del corazón rojo que “adorna” la puerta de Clignancourt.
Yo llegué temprano y mientras acababa mi bocadillo, pude constatar que el sitio sigue un lugar de tráfico de cigarrillos y que el corazón de 650000 euros ya perdió el color vivo de su instalación.
Como pasa generalmente, los paseantes me ubicaron enseguida (y eso que había renunciado a ponerme la chaqueta de color rojo vivo que compré el pasado jueves en una tienda de ropa de obrero…). Y después de algunas frases de presentación, pudimos ponernos en marcha.
Atravesamos el mercado de prendas antes de pasar debajo del periférico y de entrar en la calle des Rosiers. La verdad es que esta calle tiene un aspecto muy diferente de las calles parisinas, pero tampoco es espectacular.
Pero luego empezamos a recorrer un parte del mercado Vernaison y las dos callecitas del mercado Biron. Echamos un vistazo al mercado Serpette en donde los anticuarios proponen productos de categoría a unos coleccionistas adinerados, antes de seguir por los mercados Paul Bert Y Jules Valles.
Pasamos por el cementerio de las estatuas y pregunté el precio de una rana de hierro…
Y seguimos visitando los diferentes mercados, apreciando sus diferencias.
Al salir del último trozo, seguimos rumbo al mercado de la calle Duhesme y encontramos una terraza acogedora para beber unas cañas.
Uno de los paseantes me explicó que tenía varias actividades entre las cuales, la instalación de jardines verticales. Así que extendimos el paseo, atravesando la colina de Montmartre para descubrir algunos detalles que no conocían, admirar otra vez el panorama desde el Sagrado Corazón y seguir rumbo abajo hacia el jardín vertical diseñado por Patrick Blanc e instalado en 2013.
Lo cierto es que el “Oasis de Aboukir” se beneficia de un excelente mantenimiento, así que solo se ve una pared vestida de una vegetación exuberante.
En este punto se separaron nuestros caminos. Espero que apreciaron el recorrido.