A veces cuesta ir al trabajo y eso me pasó el lunes por la mañana, cuando constaté à quinientas metros de mi oficina, que había olvidado mi computadora en casa. Y si alguien dice que yo no tenía ganas de trabajar, yo contestaré que como muchos parisinos, necesito vacaciones.
Sin embargo, la semana empezó bastante bien, visitando algunas terrazas acogedoras.
Entre los diferentes sitios por donde pasé, toca mencionar la Recyclerie. Cuando llegué a este sitio alternativo instalado en la antigua estación de tren de la puerta de Clignancourt, varias decenas de personas estaban escuchando una conferencia acerca de la transición ecológica.
Yo preferí instalarme en la terraza y saborear la tranquilidad de este sitio.
Más adelante, el mismo día, pasé un rato en la terraza del Nord-Sud, un café restaurante que se halla cerca del ayuntamiento del distrito XVIII. Este sitio es perfecto para contemplar los movimientos de la ciudad o captar el ambiente del momento y la comida es muy correcta. Ese día se notaba un toque alegre, por el verano, el sol y la perspectiva de las vacaciones.
Este mismo día, en las afueras de París, un policía mató a un adolescente de 17 años y eso provocó disturbios callejeros durante varias noches y en muchas ciudades.
En mi barrio rebelde, el café-librería instalado en la calle Myrrha fue deteriorado y sus dueñas tuvieron que cancelar los acontecimientos de la semana. Si al menos habían robado libros para cultivarse, la situación sería más soportable. Pero según tengo entendido rompieron las puertas por el mero placer de romper.
Estos acontecimientos tuvieron otra consecuencia local: el colectivo de habitantes y asociaciones de mi barrio canceló los acontecimientos de la fiesta de la Goutte d’Or. Y eso que se trataba de la trigésima séptima edición.
Para esos voluntarios que dedican tiempo y energía a cultivar las interacciones positivas entre las diferentes comunidades, eso será una enorme decepción. Espero que encuentren la fuerza de seguir adelante.