Descubrí la existencia del túnel de los artesanos al leer una publicación de uno de los guías conferencistas que conozco. Enseñaba varias fotos asombrosas e invitaba a firmar una petición para salvar este espacio. Sobra decir que todo eso picó mi curiosidad y empecé a buscar más informaciones acerca de este espacio, empezando por su dirección.
La entrada del túnel se halla al extremo Este de la calle Baron Le Roy, en el distrito XII.
La primera vez que encontré esta entrada, no me atreví adelante: era un domingo por la mañana y no se veía mucha vida. Así que preferí volver entre semana.
La segunda visita fue más provechosa.
No había mucha actividad, pero por lo menos pude divisar el taller de un herrero, una tienda que vende aceitunas y los camiones de un distribuidor mayorista de carne. Seguí rumbo al final del túnel que se halla al lado del Sena, notando de paso, el cartel de una tienda de vinos. El ruido del tráfico automóvil exterior me impresionó así que volví a la entrada. Pero no encontré los lugares enseñados por las fotos de mi conocido.
Buscando informaciones, descubrí que este lugar forma parte de la antigua estación frigorífica de Bercy y que allí llegaban los vinos destinados a los antiguos almacenes destruidos en gran parte para crear el jardín. La estación contaba con varios túneles, pero él de los artesanos es el único que sigue con actividad. Los demás túneles necesitarían reforma y de momento permanecen cerrados.
También descubrí que hay un proyecto de construcción de torres, en esta parte de París, y eso implica desahuciar a los artesanos y destruir el túnel. Varios grupos actuan para proteger este espacio y noté que organizaban una manifestación el sábado por la tarde. Así fue como decidí que tenía que hacer una tercera visita ese día.
Al llegar, noté a un señor que estaba trasladando árboles desde el túnel hacia la entrada. Empezamos a hablar y después de explicarme que formaba parte de los artesanos del túnel, me explicó que los servicios del ayuntamiento decían que sólo unos veinte artesanos seguían trabajando en este lugar para conseguir su demolición. Pero precisó que en la planta superior una centena de empresas tenían sus locales. Me dio indicaciones para descubrir otra parte de las instalaciones. Prometí firmar la petición y entré en el túnel para una tercera visita.
La verdad es que la segunda salida de seguridad da acceso a un curioso camino de ronda, igual al de las fotos que me habían llamado la atención.
No sé si preservarán por lo menos una parte de este trozo de la historia de París pero en cuanto volví a casa firmé la petición.