Al pasear por el distrito XII, descubrí el último objeto inventado por un ingeniero de Burdeos para proporcionar un refugio a las personas que viven en la calle. Bautizado Iglou, el objeto se parece a los envoltorios que se usan para conservar los pasteles de Navidad. Construido con una especie de poliestireno, aísla del frío del invierno y permite que la persona mantenga el calor de su cuerpo.
Todos dicen que se trata de una auténtica mejora de la situación de los que viven en la calle. Pero yo sigo pensando que el progreso sería proporcionar por lo menos un cuarto a cada uno.
En otra parte de París, aproveché un rayo de sol para visitar uno de los mercadillos del día. Me paré delante de una estatua de bronce representando un gato y pregunté el precio al anticuario. Él anunció un primer precio y, enseguida, propuso una rebaja excepcional llegando a la mitad del primer precio. Sé que estos vendedores suelen hacer cosas así, pero éste precisó que necesitaba dinero y creo que era sincero.
Sobra decir que aún así superaba el presupuesto disponible.
Cerca del ayuntamiento del distrito XVIII, hay una ferretería de barrio, muy famosa porque casi siempre encuentras lo que necesitas. Hace poco anunciaron su liquidación y su cierre definitivo. Dentro de unos meses, en la esquina de la calle del Poteau, tendremos una enésima agencia de banco 🙁
La única noticia buena de la semana surgió al mirar el escaparate de la floristería que se halla al lado del jardín Maurice Gardette en el distrito XI. La dueña de este sitio puso un cartelito en la puerta anunciando que la tienda abre cuatro días por semana y precisando los horarios. Y añadió una última línea: “en caso de emergencia, aquí viene mi número de móvil”. Y el hecho de imaginar alguna situación, de emergencia floral me alegró el día.