¡Congelados!

Ya llevamos una semana con temperaturas rondando cero.
Hurgando en mis armarios, encontré los jerséis, la bufanda, los mitones de lana y el abrigo de alpaca ideales para estas condiciones meteorológicas y así pude seguir mis caminatas. Pero en algunos momentos, confieso que no hice todo el camino que imaginaba y subí al primer autobús que pasaba a mi lado.

En estas circunstancias, los periodistas, catastrofistas como siempre, anunciaron que la sociedad de electricidad no podría dar abasto con el crecimiento de la demanda, y predijeron un apagón para el jueves. Pero el uso de equipos que necesitan cada día menos energía nos libró de este apocalipsis.

Lo bueno de este tiempo es que da una buena excusa para entrar en las tiendas a calentarse. Lo malo es que con las rebajas son muchas las tentaciones…
Ayer había gente por todas partes en las tiendas del centro de París. Y al lado de la Canopée, las terrazas exteriores calentadas estaban a tope de clientes.

Yo probé un sitio recién abierto al lado de mi casa. Augustin Legrand, ex portavoz de los sin domicilio fijo que acampaban en la orilla de canal Saint Martin, y creador de la asociación “los hijos de Don Quijote”, ahora pelea para que todos puedan comer bueno, barato y bio.
En 2014, creó un restaurante en el distrito 10 y ahora toca instalar otro en el barrio de la Goutte d’Or. Yo no tenía mucha hambre, pero me dejé tentar por una mezcla de arroz, brócoli, zanahoria, remolacha y pollo al curry. También probé una botella de cerveza roja bio. Todo me pareció muy correcto y me cobraron apenas 10€50. (Para los que interesa, se halla en la esquina de las calles Myrrha y Poissonniers, cerca del metro Barbes).

Hoy pasé por el colegio electoral de la primaria de la izquierda. Si yo no voté, uno de mis amigos escogió al candidato que le parecía más divertido y otro prefirió apoyar a “LA” mujer. En este punto, derecha e izquierda empatan con una mujer entre siete candidatos…

Luego caminé por la orilla del canal Saint Martin, cubierto de hielo. Patos y gaviotas parecían muy despistados. Pero los parisinos apreciaron el espectáculo.

A ver si se convierte en pista de patinaje…

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