El ritmo laboral de este fin de año no me deja mucho tiempo para pasear, pero aproveché mis trayectos de la madrugada para contemplar algunos escaparates y sacar fotos con mi nuevo móvil. Hice un primer ensayo desde la entrada del pasaje Brady antes de pasar un ratito admirando el Papá Noel que se movía en uno de los escaparates del BHV, el gran almacén que se halla al lado del ayuntamiento.
Ayer hice un gran recorrido con el pretexto de asesorar a un amigo que buscaba gafas nuevas.
Empezamos por una tienda del distrito 17, recomendada por la panadera de mi barrio que lleva gafas muy bonitas. Pero sólo tenían modelos muy clásicos y nos espantamos por el presupuesto que anunciaron.
Luego llegamos a la muy animada calle de Lévis en donde hicimos otra parada para tomar un café en el bar de la esquina. La cuenta de cinco euros para dos cafés servidos en la sala nos recordó que estábamos en un barrio burgués…
La calle de Lévis cuenta con muchos comercios y ese día las tiendas proponían todo lo necesario para las compras navideñas. Nosotros encontramos a otro óptico con un presupuesto más asequible. Encontramos un tercer presupuesto en el bulevar des Batignolles y un cuarto en la plaza de la República. Conseguimos muchas informaciones y ahora sólo falta comparar tranquilamente las proposiciones.
Yo no pude resistir a la llamada de unas estupendas gafas rojas y apunté la dirección…
En la plaza de la Repúbica la sociedad protectora de animales había instalado varias carpas para presentar animales que esperan adopción. Pero preferí no entrar.
Tras este largo recorrido, quise pasar por la calle Yves Toudic para visitar la tienda efímera instalada en un patio por la dueña de una galería que me gustaba y que ya no existe. El mail de invitación daba una dirección y precisaba que para conseguir el código de la puerta sería preciso llamar un número que comunicaba. El local era mucho más pequeño que la antigua galería, pero reconocí enseguida el ambiente y los objetos que me gustaban. Me costó un ratito escudriñar todos los detalles presentados, pero encontré el objeto que buscaba.
Hoy tocaba visitar los locales en donde los diseñadores y artistas de mi barrio proponían sus creaciones. Ya conocía todas las direcciones menos una y esa fue la única que visité.
En la calle Polonceau, convirtieron una tienda en galería bautizada “26 sillas”. Allí encontré los dibujos impresionantes por su precisión y por su construcción de Michel Elmi. También pude descubrir las cajitas mágicas del artista argentino Cuneo.
Luego hice una caminata cerca del canal Saint Martin y constaté que todas las terrazas estaban llenas de clientes.
En el bulevar Richard Renoir, varias carpas albergaban artesanas y sus productos.
En la calle Saint Maur, dos mozas me invitaron a entrar en un pasillo para visitar una tienda efímera. Me dejé llevar por la curiosidad y entré en el taller transformado en almacén en donde proponían prendas y accesorios. Si vi pocas cosas realmente interesantes, descubrí un nuevo tipo de comercio paralelo.
Y después de tantos kilómetros, consideré que podía pararme en la pastelería de la calle Saint Maur para tomar un pastelito con un té de menta.