Ya pasó casi un mes desde la inauguración oficial de la Canopée en el hiper centro de París. De momento no me arriesgué a explorar el centro comercial reformado, por un lado porque no sé si acabaron con todas las obras subterráneas y por otro porque prefiero evitar los lugares muy concurridos y las tentaciones peligrosas para mi presupuesto.
Pero temprano por la mañana ni hay gente ni hay tiendas abiertas así que me acerqué para admirar la gran vela amarilla que corona el nuevo acceso principal hacia el centro comercial.
La posibilidad de atravesar este espacio sin pasar por los niveles inferiores fue la primera mejora que noté. Luego unas grandes escaleras agilizan la circulación entre el centro comercial subterráneo y el barrio que lo rodea.
El otro cambio importante se halla en el perímetro de la Canopée.
En el antiguo “Forum”, no había conexiones entre el contorno del centro comercial y las calles contiguas. El Forum se veía un poco como un gran pozo en medio de una muralla de edificios desconocidos de los parisinos.
En la nueva instalación, a nivel de la calle, este contorno alberga una sucesión de tiendas y eso contribuye también a diluir las fronteras entre el centro comercial y su entorno.
En cambio, de momento, queda una frontera muy presente entre la Canopée y la zona del jardín que sigue en obras. Será cuestión de dos años extras.
Ahora faltaría pasear por la parte subterránea para ver si ya se acabaron las obras y la sensación de agobio asociada. Pero eso lo dejé para otra ocasión.
En las estaciones de metro Châtelet y Les Halles, todavía están reformando los enlaces y también necesitarán varios meses antes de acabar con las obras…
Como siempre son muchos los parisinos que critican el proyecto. El color amarillo choca a unos cuantos, otros dicen que no merecía tanto dinero ni tantas obras y los vecinos de la construcción ahora se quejan porque el nuevo tejado refleja demasiado el sol. Pero eso demuestra simplemente que la ciudad sigue viva.
A mi esta primera fase me parece bastante acertada, pero es preciso esperar que se acaben las obras para hacerse una idea más precisa.