Ya empezaron los entierros de las víctimas de los tiroteos parisinos. La última ceremonia oficial se celebró el pasado viernes y si los medias de comunicaciones siguen comentando los acontecimientos del 13 de noviembre para entender como pudieron occurir, bien se nota que ya toca seguir adelante.
Al amanecer pasé por la calle Montorgueil en donde constaté que las iluminaciones y los escaparates ya invitan a preparar las fiestas navideñas. Pero en los grandes almacenes dicen que las ventas bajaron de un 30%…
Yo no hice compras pero asistí a una conferencia acerca del hacking organizada por la asociación en donde doy clases de informática.
El periodista invitado hizo una presentación muy interesante. Definió el hacking como el arte de transformar el uso que hacemos de los objetos y precisó que todos los verdaderos hackers respectan los cuatro elementos esenciales del CUDOS:
Comunismo (todo pertenece a todos)
Universalismo (los conocimientos valen para todos)
Desinterés (no se trata de hacer dinero)
Organizado eScepticismo (regla básica de cualquier actividad científica)
El segundo invitado presentó los trucos que fabrica con los niños y consiguió captivar a un público que no sabe mucho de informática.
Y como siempre la conferencia acabó tomando una copa y picando cositas.
Al día siguiente tocaba organizar el transporte hacia Borgoña de una alfombra que compré en un sitio de segunda mano. En mi tienda de bricolaje encontré todo lo necesario para realizar un embalaje presentable. Pero para el trayecto entre mi casa y la estación con este paquete de 23 kilos, preferí llamar un taxi.
Las charlas con los taxistas siempre tienen su punto. Ese día hablamos del barrio en donde vivo y quedó claro que al taxista no le gustaba lo que veía en esta zona. Me habló de los tráficos de todas clases que se ven en algunas calles y no entendía que las cosas pudieran seguir así. Entonces le expliqué que estamos muy bien comunicados con los barrios burgueses en donde viven los clientes de los narcos y que este negocio callejero viene bien a mucha gente. El hombre ya flipaba pero luego cuando empecé a hablarle de la cantidad de artistas que viven en la zona y de la vida que regalan diariamente, empezó a mirarme con curiosidad : « ¿Es usted artista ? ». Le tranquilicé y seguimos hablando de la conferencia del clima y del caos anunciado para los desplazamientos del lunes. El taxista parecía bastante pesimista en cuanto a los atascos y a lo que ganaría ese día. Y así llegamos a la estación yo y mi alfombra.
Cuando empecé a recorrer el andén para encontrar mi vagón, una estimable señora vio que a duras penas caminaba y me propuso ayuda.
Al final de mi viaje, al llegar a la estación, el revisor vino personalmente echarme una mano.
Y digo yo : ¿Con tanta gente buena, como dejar de ser optimista ? »
Tienes razón, hay tanta gente maravillosa, dispuesta a ayudar y a escuchar, pero sabes lo que creo, que atraemos a las personas que son como nosotros, así que lo que pasó es que encontraste personas buenas como tú.
Pasa una magnífica semana. Saludos.