Paseando por los distritos del Oeste

Normalmente, cuando me convocan para alguna reunión, tengo que ir en una de las salas del ministerio de haciendas, cerca de la orilla derecha del Sena, o en un edificio más normalito, cerca de la Gran biblioteca. Esta semana tuvieron que cambiar de lugar a última hora, y así fue como tuve la oportunidad de pasear un rato por algunos distritos que no frecuento muy a menudo.

Para bien empezar con esta tarde en el distrito XV, me paré en la tienda de Pierre Hermé en la calle de Vaugirard y compré un macarrón. Bueno, pero sin más. Quizás porque estaba todavía demasiado frío, lo cual apaga un poco los sabores… Tendré que repetir para controlar.

Luego pasé por la calle Blomet en donde un pequeño parque público alberga una estatua de Joan Miró que me gusta mucho. Desgraciadamente, el parque estaba en obras y no pude volver a verla.

A partir de allí seguí por la calle Lecourbe y sus numerosas tiendas para la clase media superior. Luego seguí la calle Cambronne rumbo al bulevar de Grenelle que me llevó a las instalaciones de la dirección de las publicaciones oficiales, a quinientos metros de la Torre Eiffel.

Al entrar, noté una vieja linotipia, pero no me dejaron mucho tiempo para contemplarla y pasé enseguida en la sala de reunión, rodeada de estanterías y de libros. Por suerte la reunión se acabó a la hora prevista y pude hacer otro paseo antes de volver a casa.

En cuanto salí, busqué alguna panadería para comprar alguna bollería. Como lo imaginaba, los precios no son mucho más elevados que en otros barrios, pero donde te ponen dos trozos de chocolate en mi barrio, aquí sólo te ponen uno.

Luego con gusto pasé al pie de la torre y saqué una foto pensando a todas estas personas que sueñan con pasar por allí alguna vez.

Crucé el Sena y seguí en la otra orilla, por el distrito XVI, entre el Trocadero y el Museo Guimet, rumbo al Arco del Triunfo. No hay muchos peatones en estas zonas de bonitos edificios bien mantenidos. Tampoco vi muchos comercios del cotidiano. Así que con gusto llegué a los Campos Elíseos y su actividad ordinaria, pero tenía otra cita así que no tuve que meterme en el metro.

Unas semanas atrás, quise pasar por los Campos Elíseos un sábado por la tarde, pero los policías no me dejaron pasar porque había una manifestación de los chalecos amarillos. Así que mientras sigue este movimiento de protesta, recomiendo pasar los sábados en otra zona.
Intentaré pasar por allí para ver los destrozos del pasado sábado.
Continuará…

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¿Cómo vamos?

Al pasear por el distrito XII, descubrí el último objeto inventado por un ingeniero de Burdeos para proporcionar un refugio a las personas que viven en la calle. Bautizado Iglou, el objeto se parece a los envoltorios que se usan para conservar los pasteles de Navidad. Construido con una especie de poliestireno, aísla del frío del invierno y permite que la persona mantenga el calor de su cuerpo.

Todos dicen que se trata de una auténtica mejora de la situación de los que viven en la calle. Pero yo sigo pensando que el progreso sería proporcionar por lo menos un cuarto a cada uno.

En otra parte de París, aproveché un rayo de sol para visitar uno de los mercadillos del día. Me paré delante de una estatua de bronce representando un gato y pregunté el precio al anticuario. Él anunció un primer precio y, enseguida, propuso una rebaja excepcional llegando a la mitad del primer precio. Sé que estos vendedores suelen hacer cosas así, pero éste precisó que necesitaba dinero y creo que era sincero.
Sobra decir que aún así superaba el presupuesto disponible.

Cerca del ayuntamiento del distrito XVIII, hay una ferretería de barrio, muy famosa porque casi siempre encuentras lo que necesitas. Hace poco anunciaron su liquidación y su cierre definitivo. Dentro de unos meses, en la esquina de la calle del Poteau, tendremos una enésima agencia de banco 🙁

La única noticia buena de la semana surgió al mirar el escaparate de la floristería que se halla al lado del jardín Maurice Gardette en el distrito XI. La dueña de este sitio puso un cartelito en la puerta anunciando que la tienda abre cuatro días por semana y precisando los horarios. Y añadió una última línea: “en caso de emergencia, aquí viene mi número de móvil”. Y el hecho de imaginar alguna situación, de emergencia floral me alegró el día.

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Paseando alrededor del jardín de Reuilly

El parque de Reuilly fue creado en el espacio que ocupaba una antigua estación de clasificación ferroviaria y ahora es el centro verde de una zona totalmente transformada en los años 90s.

De forma triangular, esta zona está limitada por las calles de Reuilly y Montgallet y por la avenida Daumesnil. Pero desde estas vías no se ven muchas cosas.

Yo descubrí el jardín, años atrás, al recorrer la Senda Verde. Pero pronto seguí por el túnel que lleva a la parte siguiente de la senda y no me paré para explorar este barrio nuevo. Y la verdad es que es una zona difícil de entender porque combina varios niveles y varias formas de movilidad.

Para los peatones, otro punto de entrada es la escalera que comunica la calle de Reuilly con la alameda Vivaldi y deja ver el eje principal de la zona.

Detrás de los soportales de la acera norte de esta calle, varios comercios se instalaron. A mi parecer, el sitio no tiene mucha vida, pero tendría que comprobar como va el tema a la hora de almorzar o de cenar.
Esta alameda lleva a una de las entradas del parque de Reuilly, entre una piscina y una sala de deporte, en donde la pasarela del jardín marca la continuación del eje principal.

Yo preferí dar la vuelta del jardín y así fue como descubrí los edificios de oficinas construidos al lado de la calle de Reuilly y que albergan estructuras como el centro nacional de los funcionarios territoriales o el centro nacional de estudios espaciales.

También descubrí que un callejón sin salida comunica los edificios que se hallan entre la calle de Reuilly y la alameda Vivaldi. Aquí construyeron una serie de locales de almacenamiento, pero pocos encontraron sus dueños…

Para acabar, quise recorrer la calle Montgallet, muy famosa por la cantidad de tiendas de productos informáticos que se instalaron allí. Y la verdad es que no se ven muchos comercios de otros tipos. Pero bajo un rayo de sol casi primaveral, la calle tiene buena pinta y bastante vidilla.

Al llegar a la avenida Daumesnil, se ven comercios más variados, entre los cuales uno de los almacenes de bricolaje que me gustan.
¡No pude resistir!

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Explorando el distrito XII

Esta semana tuvimos un tiempo casi primaveral, ideal para seguir explorando París. Tenía ganas de descubrir estas calles que diviso desde el tren que me lleva a la estación de Bercy, escogí varias calles del distrito XII.

Muy cerca de la Porte Dorée, descubrí una pequeña calle tranquila en donde todavía existen algunos pabellones de otros siglos. Si no tienen el encanto de “la campagne à Paris”, tienen buena pinta y con gusto pasaría algunas temporadas por aquí.

Luego seguí rumbo a la calle de Charenton. Desde la acera no se ve el espacio dedicado a los carriles, pero se imagina fácilmente el amplio espacio que se abre para los que viven en las plantas altas de algunos edificios. Al entrar en la calle Coriolis, los carriles se vuelven más presentes, así como la sensación de espacio. Pero pronto desaparece al bajar rumbo a la calle Proudhon.
Luego, al seguir por la calle del Charolais, uno descubre un proyecto de creación de nuevas construcciones en un espacio liberado por la sociedad de ferrocarriles, justo al lado de la estación de Lyon. De momento, en esta calle dedicada a Jorge Semprún, los edificios se hallan exclusivamente en la acera norte. Pero imagino que pronto seguirán construyendo y la calle ya comunica el conservatorio municipal Paul Dukas.
Al salir de esta zona, uno llega al viaducto de los artes en donde no faltan los escaparates siempre interesantes.

En otro día pasé de nuevo par la calle Proudhon, pero esta vez seguí por el túnel que permite a los coches, las bicis y los peatones de pasar por debajo de los carriles que llevan a las estaciones de Bercy y de Lyon. Este espacio fue reformado a partir del proyecto de dos alumnas de le prestigiosa escuela Boulle, y la verdad es que no se siente inseguridad al cruzarlo.

Una nueva sesión de exploración me dio la oportunidad de entrar a hurtadillas en el square Georges Contenot por la calle Claude Decaen. Este conjunto de vías privadas se halla en medio de une manzana y comunica cuatro torres de 12 plantas, construidas en medio de un gran jardín arbolado. Las torres tienen una forma especial que permite proporcionar pisos con orientaciones opuestas. Se trata de viviendas sociales, pero con un montón de detalles que mejoran la vida como el huerto compartido.

Justo al lado de este conjunto, también descubrí un pequeño callejón sin salida con casitas de dos o tres plantas. No sé cuanto tiempo resistirá a la presión de los promotores inmobiliarios.
Lo cierto es que tendré que pasar horas caminando para seguir descubriendo este distrito.

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Novedades

Entre dos sesiones de manifestación de los chalecos amarillos, seguí visitando tiendas, en busca de una alfombra nueva. La primera etapa, en la plaza de la República, resultó bastante decepcionante, tan por los precios como por la calidad. Pero al día siguiente, descubrí una tienda improbable, muy cerca de la Puerta de Vincennes.

En la planta baja de un edificio de viviendas sociales, este almacén propone varias centenas de alfombras, de estilos y tamaños variados. Pero curiosamente, resulta muy complicado encontrar algo. Te llevan hacia la pila que corresponde al tamaño que indicaste, te invitan a subir a una escalerilla para ver las alfombras y te las presentan una tras otra como si pasaran páginas. Por cierto, cuando ya llegas a la decena de alfombras, sacar una de la pila para tener una visión global del objeto resulta imposible. Así que después de una horita contemplando modelos de todos tipos, me invitaron a pasar al día siguiente para que tengan el tiempo de poner las alfombras que me llamaron la atención encima de la pila. Confieso que no volví a visitar la tienda, pero en cuanto pueda, repetiré.

La tercera etapa ocurrió en la calle del Mail en donde hay una buena colección de tiendas de decoración. Aquí no te presentan centenas de productos, pero tienes espacio para apreciar los productos y te atienden con mucha cortesía. Como no tenía una idea precisa de lo que buscaba, mencioné un producto que había notado en una revista y cuando me lo presentaron, me impresionó la calidad del objeto. Luego me presentaron otro modelo antes de dejarme mirar a mi ritmo sin molestarme. Después de una horita buscando entre los cincuenta productos presentados, encontré la ganga del día: una alfombra de categoría, perfecta para mi casa y con un descuento de 40%. ¡No pude resistir!

El jueves tocaba celebrar el día de San Valentín. Yo solía regalar una rosa a mi gatita gris pero se marchó al paraíso de los felinos. Así que este año, quise ver lo que organizaba el ayuntamiento de mi distrito para inaugurar una escultura en forma en corazón instalada al lado del nuevo tranvía.
Cuando pasé allí, ya era de noche. Había un concierto en un recinto super controlado y no tuve ganas de quedarme, pero al día siguiente, llegué más temprano y pude admirar el corazón más tranquilamente.

Tengo que precisar que este objeto gira y que se ilumina levemente al compa de los latidos de un corazón humano. Ni es feo, ni es bonito, pero su precio sí que es espantoso.
¡650 000 euros!
Y luego uno se asombra cuando le dicen que los políticos perdieron la razón…

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