El salón de la agricultura

Esta mañana amanecimos con un bonito sol y un cielo azul, o sea un tiempo ideal para salir de casa.
Por un lado el nuevo año chino y sus petardos, por otro el salón de la agricultura…
La vaca del cartel tenía buena pinta así que escogí la segunda opción.

Lo bueno es que hay una línea de autobus que camina entre el ayuntamiento de mi distrito y la puerta de Versalles en donde se celebra la feria. Así que dediqué una horita a contemplar el paisaje parisino desde la ventanilla. Llegué a la entrada del parque de las exposiciones sobre las 11 y todavía no había mucha cola.

El recinto del parque de exposiciones de la puerta de Versalles es muy grande y son muchas las cosas que uno puede ver pero ya había escogido tres etapas esenciales.

La primera me llevó al pabellón de los bovinos en donde presentaban «Filouse», la vaca del cartel. Cuando llegué, el recinto de la estrella ya estaba rodeado de gente. El ganadero estaba hablando con los visitantes y su vaca roja de Flandes me pareció muy bonita.


Luego caminé rumbo al pabellón en donde presentaban perros y gatos.
Entre los perros vi varias perros pastores y algunos razas de gran tamaño. Pero había demasiado gente y pasé a la zona de los gatos.
Allí pude admirar dos gatos bengalíes, un gato noruego y un magnífico gato macho de raza maine coon que alcanza nueve kilos. También estudié el folleto que distribuían y que distingue razas apacibles, sentimentales y demonstrativas. Descubrí que con mis dos hembras maine coon, me toca gatas sentimentales, equilibradas y sensibles (algo sospechaba… 🙂 )

La tercera etapa me llevó al pabellón de la gastronomía en donde quería comprar algunos productos. Desgraciadamente, ya eran las 12 y eran muchos los visitantes que estaban recorriendo el pabellón en busca de un sitio para almorzar. Yo me colé entre las filas y a duras penas conseguí encontrar la caseta de mi proveedor del País Vasco. Jamón, chorizo, confits, axoa y salsa…: con gusto rellené mi bolsa de 20 litros 🙂

Con esta carga, intenté escaparme del pabellón que ya estaba a tope de gente. No tuve la energía de visitar otras partes del salón y caminé rumbo al fin de la línea de autobus que me llevaba a casa.
Otra vez una sesión de admiración del paisaje parisino desde la ventanilla…

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