¡Vaya semana!

Bastó comentar el problema de traslado del oso con algunos colegas para que aparezca una solución muy cómoda: uno de los choferes del instituto vive muy cerca de mi casa, así que volvió a casa con un coche del instituto el lunes por la noche y el martes a las siete de la mañana, pasó por mi casa para llevarnos el oso y yo hacia el instituto.

Llevaba siglos sin pasar por el periférico de noche y me encantó el espectáculo de todos estos edificios iluminados. Llegamos en media horita y el oso fue instalado en mi despacho.

No pude asistir a la entrega de este impresionante regalo, pero me contaron que fue realmente apreciado 😊

Al día siguiente despertamos con nieve y tuve que renunciar a mi autobús de siempre para viajar en metro. Al atardecer, una parte de la nieve se había transformado en hielo. Intenté volver caminando, pero no tenía bastante energía para hacerlo en esas condiciones.

A partir del jueves, seguimos con frio y sol, o sea un tiempo ideal para pasear.

Yo pasé por varias calles del distrito XVII y constaté que, en algunos lugares, todavía había una capa de nieve en el suelo.

También pasé por una calle de la felicidad con cierta curiosidad. Pero en este lugar, la única fuente evidente de felicidad es la tienda de un chocolatero y, desgraciadamente, estaba cerrada.

Hoy hice un largo recorrido para ver el Sena y caminar por su orilla. Ya sabía que teníamos una crecida del río, pero quería mirar su amplitud.

Hoy, la parte rio abajo de la isla de la Cité permanecía inundada y en la orilla derecha, una parte importante de los muelles quedaba inaccesible. Debajo del puente de Alma, el agua llegaba a los pies de la estatua del “Zuavo”. Pero parece que la crecida alcanzó su máximum esta semana, y hoy las aguas ya habían bajado de un metro.

En la orilla del Sena, se veía una cantidad impresionante de personas, paseando y parándose de vez en cuando para evaluar la amplitud de los últimos caprichos del río.

Y como hoy es el día de San Valentín, tuve ganas de enseñaros el magnífico escaparate que instaló el florista de la esquina.

¡Hasta pronto!

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