Ya se acabaron mis vacaciones.
Despues de dos semanas caminando por los montes cevenoles ayer hice el largo recorrido de vuelta a la Capital y hoy toca empezar a recuperar el ritmo parisino.
Ya deshice la mayoría de las maletas.
Ya encalmé las gatas con alguna golosina.
Ya me libré del correo postal amontonado y seleccioné los mails que reclaman una respuesta.
Incluso pude visitar a mi frutera preferida, esa misma que me preparó un kit de superviviencia para mi estancia lejos de su tienda.
Y ayer por la noche ya ocurrió el acontecimiento improbable.
Me llamó una conocida, totalmente despistada porque le habían robado el coche en una ciudad que está a una centena de kilometros de París. Le propuse pasar por mi casa y entonces empezó un largo momento escuchando su historia, explorando las posibilidades y al final decidimos «dormir el asunto».
Ahora se marchó rumbo al lugar de la desaparición para averiguar que no se equivocó de calle al buscar su coche y me acaba de llamar la policía: ya encontraron el vehículo…
Si los días que vienen siguen con esta fantasía, creo que la vuelta al ritmo parisino se hará muy fácil…