Por casualidad, viajé en el autobus de la mañana con esa maquinista cuya sonrisa ilumina el día de sus pasajeros. Luego dediqué la duración del trayecto a leer vario artículos acerca de la servidumbre voluntaria.
¡Buen preludio para esta semana!
El miércoles fue cuando empezó la celebración de la octogésima edición de la fiesta de las vendimias y el tema del año era «Montmartre festeja el amor», con un cartel diseñado por la artista callejera Miss Tic.
No sé si será por los 80 años o porque se trata de preparar las elecciones municipales pero el programa tradicional se enriqueció de una veintena de acontecimientos asociados.
Yo pasé por la tienda de mi frutera preferida cuando empezaba el gran desfile y tras sacar una foto de los estimables socios de la République de Montmartre, me dejé invitar a tomar una copa de champagne en la frutería.
Luego abandoné las celebraciones oficiales para asistir a uno de los acontecimientos paralelos…
En el Instituto de las Culturas del Islam, una de las asociaciones de la Goutte d’Or organizaba un desfile de moda con niños y adolescentes del vecindario, luciendo vestidos creados por las modistas del barrio. Una de las organizadoras me contó que todos estos jóvenes estaban participando a una encuesta animada por una periodista acerca de las profesiones de la moda y que eso trasformaba su manera de mirar no solo el universo de la moda sino también el barrio en donde viven. Y felicité a esta doña que lucha para favorecer las relaciones y los intercambios entre los habitantes de este barrio.
Y ahora solo falta hablaros de mi primera visita al Louxor.
Este cine cuya arquitectura evoca Egipto, permaneció cerrado durante 25 años y tras una larga batalla asociativa y una importante reforma, volvió a funcionar en Abril. Estuve en la gran sala y me impresionaron sus proporciones y su decoración. Y después de la peli, pasé un rato en la terraza con un chato de vino.
Os dejo admirar el panorama 🙂