Cosas de octubre

Si alguién conoce un truquito para que las gatas se enteren del cambio de hora, ruego que me lo comunique cuanto antes. Mis peludas siguen con la hora del verano y ya llevan una semana maullando al lado de mi oreja, inquietas porque sigo durmiendo después de su hora de despertar. Y por la noche protestan por que la comida viene más tarde…
La verdad es que este cambio de hora es una pesadilla.
En una ciudad como París, en donde hay nubes muy a menudo, la luz del día se acaba muy temprano.Y con el cambio de hora, constatas brutalmente que cuando sales de la oficina, ya es de noche, a no ser que te marches más temprano 😉

Después de la mudanza, necesité varios días para recuperarme de las agujetas. Total, no hice muchas caminatas y viajé con mi autobus de siempre, observando la ciudad desde la ventanilla.
El piso dejado el pasado sábado, ya tiene nuevo dueño.
Algunos emigrantes ya volvieron a instalarse debajo del viaducto de la línea 2.
La modista de la esquina cerró su tienda y desapareció sin despedirse.
Y la psicosis de los payasos malvados invade las noticias…

El viernes por la noche, los niños de mi barrio, con máscaras de esqueleto o trajes de bruja, celebraban halloween en la calle. (Creo que aprovecharon las vacaciones escolares para preparar sus disfraces).
Mientras tanto, uno de mis cactus me regalaba tres florecitas.

La verdad es que las temperaturas siguen muy suaves. Todavía no necesitamos calefacción e incluso tengo fresas en mis macetas…

De momento toca descansar un poco. A duras penas conseguí tres días de vacaciones y como siempre me marcharé cuando todos vuelvan.
¡Hasta pronto!

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