Fiestas de todas clases

Este año no estaba en París a la hora de celebrar la fiesta nacional. Si admito que el municipio organiza la celebración requete bien y que el fuego de artificio al pie de la Torre Eiffel es una auténtica maravilla, a veces también mola olvidar el barullo parisino y contemplar espectáculos más modestos, desde una confortable tumbona instalada en la playa 🙂

Cuando volví a París, tuvimos otra vez unos días con temperaturas rozando los 40 grados y renuncié a mis paseos matutinos.

El jueves por la noche, por el rumor de la calle, quedó claro que ya había llegado el último día del Ramadán y el viernes, el pastelero de mi calle por fin pudo descansar 🙂

Ayer hice un gran recorrido rumbo a la estación de metro Jourdain ya que anunciaban un mercadillo en esta zona.
De paso constaté que los inquilinos de las viviendas sociales de la calle Riquet instalaron al pie de su edificio un nuevo enano de jardín realmente subversivo. :-))

Luego seguí rumbo a la dársena de la Villette y constaté que los servicios técnicos de París ya están instalando la « playa ». De paso experimenté la terraza de uno de los bares que se haya en esta zona y constaté una vez más que la vida parisina puede ser muy suave. 🙂
Tras cruzar el canal, seguí un poco al azar antes de tomar la calle de Meaux desde su extremidad nordeste. Al principio encontré una cantidad importante de comercios alimenticios y a continuación otras tiendas que demuestran una verdadera vida de barrio. También noté varios conjuntos de edificios que me llamaron la atención e incluso vi pequeño chalé… ¡Tendré que pasar de nuevo por allí ! 😉
Luego pasé al lado del mercado Secretan y constaté que sigue en obras antes de girar rumbo a la calle de los Pirineos.

El mercadillo reunía esencialmente profesionales entre la plaza des Grandes Rigoles y la plaza du Guignier. Noté varias cosas interesantes pero los precios no daban para un capricho así que volví con las manos vacías. 🙂

La noche nos regaló un momentito de lluvia tropical y tras esos días de calor fue agradable para todos los que tenemos vivienda.
Para los emigrantes que acampan al lado de la halle Pajol fue un nuevo desastre ya que se estropearon los colchones, las mantas y las pocas cosas que tienen. Por suerte algunos ciudadanos solidarios siguen ayudándoles.

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