Una semana parisina

Para bien empezar con esta nueva semana, recorrí caminando los siete kilómetros que me llevan a mi instituto y ajusté mi meta cotidiana a 16000 pasos. Pero algunas veces, evitar los chubascos resultó un poco complicado.

En la capital gala se celebraba la semana del diseño y los organizadores definieron cuatro zonas diferentes, entre las cuales “Barbes-Stalingrad”, que se extiende hacia la puerta de Bagnolet.
Yo tuve ganas de visitar las tiendas de los creadores instalados en mi barrio y escudriñé la lista que encontré en internet. Constaté pocas novedades, pero di una vuelta para enterarme de las últimas novedades y encontré cosas interesantes.

También se celebraban las jornadas del patrimonio y así fue como pude visitar uno de los edículos construidos para controlar la circulación del agua que alimenta la ciudad de París, cerca de la puerta des Lilas. La asociación que atendía a los visitantes también propone recorridos para ver varios lugares como éste y descubrir las instalaciones del Este de París. A ver si puedo participar a una de estas visitas alguna vez.

En el distrito XI, descubrí desde la ventanilla de mi autobús de siempre que la asociación “el genio de la Bastille” proponía un mapa indicando talleres de artistas abiertos, instalaciones, tiendas albergando exposiciones y actividades. Así que hoy caminé rumbo a la plaza Léon Blum para conseguir este precioso papelito y mirar las obras instaladas en la plaza.

El recorrido pasaba por el bulevar Voltaire en donde organizaban un mercado de anticuarios así que aplacé la visita de los talleres para descubrir los últimos objetos de moda para decorar su casa. Pero vi pocas novedades.

Luego pasé por la galería de la asociación en donde presentaban las obras de varios artistas. En la cité Voltaire pude visitar el taller de una pintora y encontrar una obra que me pareció realmente interesante.
En la calle Voltaire tocaba visitar el taller de una ceramista, transformado en sala de exposición y la entrada de la escuela de estilismo ESMOD en donde presentaban las creaciones de algunos alumnos.
En la esquina de un callejón escondido, otro pintor presentaba sus obras mientras dos mujeres organizaban un taller al aire libre para los niños del barrio.

Ya llegaba la hora de volver a casa así que pasé otra vez por el mercado de los anticuarios y me metí en mi autobús de siempre justo cuando empezaba a llover…

Lo bueno de todo esto es que conseguí ver un montón de cosas y pasarlo bien sin gastar un duro.

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