¡Ya volví!

Me costó retomar el camino de la capital gala. Después de pasar varias semanas en una casa con jardín, no tenía muchas ganas de volver a mi modesto piso parisino. Además, la perspectiva de tener que llevar la máscara puesta todo el santo día me desanimó, pero no tengo otras opciones para ganarme la vida ☹

Por suerte las gatas recuperaron enseguida sus viejos hábitos y si la gatita ya salta más alto, de momento no explora los estantes superiores de la cocina…

Aproveché mi primer día en la ciudad de las luces para deshacer las maletas, resolver el tema de las compras de alimentos, examinar las facturas yaciendo en mi buzón y arreglar varios temas administrativos.

Al día siguiente tuve ganas de conectarme de nuevo con mi barrio y visité la exposición del trabajo de Elsa Noyons, presentado en el sótano de los libreros asociados.

Bajo el título “Desplegar el ordinario, cartografías narrativas”, esta señora presenta un conjunto de mapas relativos a la zona en donde vivo, cada una enfocándose en uno de los aspectos del barrio. Y el resultado es realmente estupendo.

Para empezar, explora las calles que forman parte del barrio y recopila sus importancias y longitudes. Yo descubrí que vivo en uno de los ejes principales y que tiene 850 metros de longitud.

Luego la autora dibuja sus trayectos cotidianos inventando “puertas” hacia otras partes de París. Pero lo más asombroso es la colección de inventarios que cuenta su trabajo y que presenta en sus mapas: los cafés (incluyendo sitios que no forman parte del barrio, pero están muy cerca), los comercios, los sitios en donde quedan las personas que viven en la calle, los sitios de los marabutos, los lugares asociativos y solidarios, los bancos públicos, los árboles, las plantas y los pájaros, los perros…

Me impresionaron los dibujos de las hojas de los árboles y de las plantas, así como el retrato de los pájaros o de los perros del vecindario.

El mapa de las fronteras invisibles me pareció bastante acertado y también me interesó la idea de ubicar a los conocidos, incluyendo a los que ya se marcharon.

A fin de cuentas, me gusta mucho su manera de describir “nuestro” barrio. Yo hubiera añadido algunos datos socioeconómicos, pero no sé si eso interesaría a mucha gente.

Al salir del sótano, quise comprar el libro de la exposición y descubrí que estaba agotado desde la inauguración de la exposición. ¡Buena noticia para la autora, mala noticia para mí!

Esta visita me alegró la vuelta y mañana podré retomar tranquilamente el camino de la oficina.

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