Los azares de mis actividades me llevaron al distrito 15, muy cerca del jardín de la calle Blomet. La última vez que pasé por allí, el jardín estaba cerrado por obras y no pude vez la estatua que tanto me gusta. Esta semana, el jardín permanecía cerrado, pero se veía muy bien el Pájaro lunar de Joan Miró que adorna este rinconcito, y verlo de nuevo me alegró el día.
Luego seguí rumbo al distrito 14 en donde topé con un bonito dragón que cuida a los niños del barrio.
La calle de Alesia me llevó a un restaurante que frecuentaba de vez en cuando siglos atrás y constaté con sorpresa que no cambiaron nada en el local, ni siquiera los retratos de actores de cine que adornaban las paredes. No era hora de comer así que seguí adelante rumbo a la calle en donde se halla el taller Jean Perzel.
Sobra decir que los productos de este taller quedan totalmente fuera de alcance, pero siempre me gusta mirar estas lámparas magníficas tan por su diseño que por la calidad de su fabricación.
Otro día, otro lugar: ayer quise volver al mercado de las Pulgas y visitar algunos de sus mercadillos.
Pasé por el mercado Dauphine en donde una amiga quería visitar una exposición dedicada a los espías de la Guerra fría y luego paseamos al azar.
En el mercado Biron, los anticuarios del pasillo principal esperan la vuelta de los turistas adinerados. En cuanto a los vendedores del pasillo secundario, dejaron mucho espacio a vendedores de Arte, pero no vi cosas muy interesantes.
Luego seguimos por la calle Paul Bert rumbo a la tienda de prendas antiguas de alta costura, antes de volver al mercado Vernaison, con la idea de almorzar en el sitio que le llama “chez louisette” y en donde una cantante interpreta viejas canciones francesas. Desgraciadamente, este sitio estaba cerrado y volvimos a otro sitio, “la chope des puces”, en donde dos guitarristas y un saxofonista tocaban temas de Django Reinhardt.
Fue un agradable momento, en una sala bastante grande, con una cocina muy rica y una música de fondo muy buena.
Luego seguimos rumbo al mercado Jules Valles, en donde pasamos un rato charlando con la dueña de una caseta. Esta señora confirmó todo lo que habíamos notado en el mercado Biron, pero también nos contó que el mercado Paul Bert atrae a una clientela relativamente adinerada cuando el mercado Jules Valles tiene clientes regulares que buscan precios más modestos. Confesó que su trabajo puede volverse complicado cuando tienes colegas pesados o clientes tontos. Pero también parecía muy contenta de la forma de libertad que tiene. Fue una charla muy instructiva.
El paseo se acabó compartiendo cervezas en una tranquila terraza del distrito XVIII.