Cada mañana, las noticias anuncian el número de contaminados confirmados el día antes y eso cultiva un nivel bastante alto de inquietud. Por supuesto, contaminado y enfermo son dos conceptos distintos, pero no sé si los periodistas se enteraron de este detalle…
Lo cierto es que el porte de la mascarilla es obligatorio siempre y por todas partes en la región parisina y si no cumples, la multa te cuesta 135€.
Yo no tengo bastante dinero para gastarlo de esta manera así que me adapté a esta nueva obligación, pero confieso que privilegio las mascarillas de tejido que te dejan respirar.
Y entre las demás medidas profilácticas, también adapté mis modos de desplazamiento: mi autobús de siempre para ir al trabajo al amanecer y camino para casi todos los otros desplazamientos. Así es como acabo esta semana con casi 80 kilómetros en el podómetro…
El miércoles, hice un breve paseo por el distrito IV para probar los productos de “la paletería”, una heladería mexicana que se instaló en la calle des Ecouffes (distrito 4). Los dos perfumes que escogí me parecieron muy sabrosos y el precio no era exagerado. También pasé por el “bazar d’électricité”, una tienda que propone una cantidad increíble de lámparas de todas clases y que se halla muy cerca de Bastille. El precio de casi todos los productos quedaba fuera de alcance así que esta visita me quitó todas las dudas que podía tener acerca de la lámpara comprada la pasada semana.
Ayer hice una larga caminata hacia el BHV y me impresionó la transformación de la zona que rodea este almacén: muchas calles fueron declaradas peatonales y las terrazas de los bares y restaurantes invadieron las aceras y las calzadas. En estas terrazas, se nota una especie de despreocupación que contrasta con las noticias diarias. Yo buscaba juguetes para mi gatita y encontré todo lo que quería muy rápidamente.
Hoy caminé rumbo a la calle Botzaris en donde organizaban un mercadillo de segunda mano. Había menos vendedores que en otras ocasiones y también menos clientes, pero me encanta el panorama desde esta calle que constituye el límite superior del parque de las “Buttes-Chaumont”.
Y por la tarde caminé rumbo arriba hacia el Sagrado Corazón. Al pie de la iglesia, no había mucha gente sentada en las escaleras. Y en la plaza de los pintores, quedaban muchos sitios en las terrazas de los restaurantes. Esto me confirmó que los turistas todavía no volvieron a París. Por cierto, al ver la cantidad de hoteles que permanecen cerrados, algo sospechaba, pero no imaginaba que tendría tanto impacto en la colina de Montmartre.