Retomando un ritmo casi normal

Cada nueva estancia en París me regala novedades que no percibiría si viviera completamente en la gran ciudad.

Cuando volví el martes por la noche, el tema del momento en mi barrio era el partido de fútbol entre Francia y Alemania. Como siempre en estas ocasiones, basta con escuchar el ruido de la calle para saber cómo cambia el marcador.

Más adelante, después del toque de queda, el otro ruido que me llamó la atención fue la intervención de la policía tras un alboroto que se acabó con un herido sangrando en la acera. Mientras unos policías atendían al herido, los demás guardaban el agresor presumido y para evitar los abusos, varios vecinos estaban grabando el acontecimiento desde su ventana. Curiosamente, la ambulancia tardó mucho en llegar, pero me explicaron unos colegas que cambiaron el sistema de regulación y que ni lo bomberos llegan rápidamente…

Al día siguiente, constaté que son muchas las personas que abandonaron el teletrabajo para volver a la oficina y eso se nota en las calles, en los transportes… y en la panadería que se halla cerca de mi instituto de siempre, en donde reapareció la larga cola de medio día.

La temperatura subió brutalmente a unos 35 grados, pero al visitar algunas tiendas, uno siempre puede refrescarse.

Yo pasé por varios almacenes que no visitaba desde varios meses y volví a casa con una tela de sombrero y un pulverizador.

El jueves, por primera vez desde no sé cuantos meses, pude sentarme en una terraza para almorzar con un viejo amigo de paso en París. Al atardecer, pasé por los bulevares de Ménilmontant y de Belleville en donde me impresionaron la extensión de las terrazas y su frecuentación. Más adelante, en la orilla del canal Saint Martin, uno de los restaurantes había instalado una larga mesa de casi veinte metros…

Al llegar a mi barrio, constaté que habían organizado un concierto de Raï para celebrar el bautismo de una pequeña plaza que se halla entre las calles Polonceau y de la Goutte d’or con el nombre de la cantante Cheikha Remitti. Había muy buen rollo, pero ya llevaba horas caminando…

La buena noticia del viernes fue que ya podemos dejar de poner mascarillas en las calles “tranquilas” y además abrogan el toque de queda. ¡Por fin!

El viernes por la mañana ya estaban preparando la fiesta de la música en la plaza de la República. Yo no estaré en París, pero mola la sensación de volver a una vida normal.

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