Esta semana se nos regaló una colección impresionante de nubes muy grises, que tapan la luz y transforman el medio día en atardecer. Y como si fuera poco, también tuvimos chubascos y esta perversa llovizna que te deja mojado hasta los tuétanos.
En la gran ciudad, siempre queda la posibilidad de entrar en algún almacén para abrigarse. Pero resistir a todas las tentaciones resulta bastante difícil…
Total, renuncié a mis paseos del anochecer y aproveché algunos claros para caminar en medio día por el bosque de Vincennes, lejos de la multitud que ya está explorando los almacenes en busca de algunos regalos. En este gran espacio que pertenece al municipio de París, pude admirar una pequeña ardilla y varios pájaros. También constaté que los jardineros renunciaron a sus furgonetas y ahora emplean un magnífico caballo para tirar del remolque. Y todo eso sin gastar nada.
El gris del cielo y la perspectiva de una quinta ola de Covid impactan la moral de la gente. Planear encuentros con los familiares para las fiestas resulta bastante complicado y la vuelta de la mascarilla obligatoria en las escuelas es una pesadilla extra.
De todas maneras, no queda más remedio que esperar días mejores y mientras tanto, saborear los pequeños placeres cotidianos. Probar un pastelito desconocido, recoger el pedido de Champagne, compartir un almuerzo con alguna amiga…
Borrar los grises y cambiar de gafas para ver (un poco) la vida de color rosa…